La Barca de Calderón
En medio del justo regocijo y la alegría de sus entusiastas seguidores,y la ira, el odio y la indignación de sus irracionales malquerientes, Colombia a eso de las 10 y 58AM de ayer 10 de octubre de 2020, recibió la noticia de la recuperación de la libertad del expresidente Alvaro Uribe, luego de varios meses de aberrante encierro domiciliario. La libertad , le fue arrebatada en una trama oscura, impulsada desde la madriguera del déspota y totalitario estalinista Iván ( no el Terrible de la leyenda) sino el Horrible de la treta pseudofariana de falsos testigos, visitas clandestinas a las cárceles de Colombia y EEUU y favorecimiento indebido a presos utilizados para sus fines.
Salvedad
La Juez obró en derecho, con una salvedad, que en la euforia colectiva nadie ha registrado, con contundencia. Ella, la Procuraduría, y hasta la propia defensa de Uribe, admitieron que se violara el artículo 29 de la Constitución Nacional, que impone el debido proceso como un blindaje de garantías legítimas en todas las actuaciones judiciales, al permitir la bochornosa presencia del exfiscal Montealegre, autoproclamado como víctima, al lado de su incondicional Perdomo.
Espectáculo circense
Víctimas de qué o de quién estos dos rábulas con más grados que el alcohol, pero con una ignorancia navegable en la práctica del derecho penal. En qué manos estuvo la fiscalía colombiana por años. Cuando ya creíamos que nada podía asombrarnos, hemos presenciado atónitos el espectáculo circense de esta pareja de tinterillos coronados por la mediocridad y el amiguismo, inventando teorías y ofendiendo la tan cuestionada dignidad de la justicia.
La tocarruncho
El Estado, la sociedad, y quienes pagamos impuestos somos las víctimas del dueto de antaño, de estos tola y Maruja de baranda, que todavía tienen pendiente las explicaciones del derroche de dinero en Europa, con los famosos embajadores de la fiscalía, como si se tratara de un país independiente, y con la fracasada Universidad, en la que la única graduada habría sido Natalia Tocarruncho, con sus contratos.
Sainete leguleyo
Es mayor el descaro de estos Tola y maruja del Sainete leguleyo, cuando ellos, aliados con el cartel de la toga que quien escribe esta columna denunció en septiembre de 2008 en el libro “Parapolítica verdades y mentiras” en la página 334 editorial planeta capitulo “Un juicio a la corte” este cartel y sus siniestras ramificaciones a lo largo y ancho de la rama judicial, dejaron prosperar la escuela de los falsos testigos que la iniciaron al no castigar, teniendo las pruebas necesarias, al más siniestro de todos los mitómanos y sociópatas que ha parido la Patria, al criminal Popeye, utilizado para unos para intentar reescribir la historia, y por los prevaricadores togados para revocar una absolución unánime del Tribunal Superior de Cundinamarca en el caso de Santofimio. Qué diferente habría sido su suerte, si la Juez de garantías del Presidente Uribe hubiera tenido en sus manos su caso, así como los de Luis Alfredo Ramos, Andrés Felipe Arias, Luis Alfonso Hoyos Aristizabal, Luis Alfonso Plazas Vega, el hoy precandidato presidencial Coronel Hernan Mejia Gutierrez, o tantos otros, víctimas todos de la politización de la justicia o la judicialización de la política???
Entre la libertad y el miedo
Colombia se mece ahora en medio del desconcierto colectivo, “entre la libertad y el miedo”, como titulará en su libro de protesta el historiador y ex Ministro Germán Arciniegas, por la falta de garantías para el ejercicio de la libertad de prensa y de pensamiento en la época siniestra de las dictaduras del sordo Urdaneta Arbeláez y del dictador Rojas Pinilla.
Amenaza latente
Ahora nuestra democracia y nuestro Estado de derecho siguen peligrosamente amenazados por quienes desconocieron la victoria del NO en el plebiscito convocado por Santos, ese 2 de octubre de 2016 y quienes utilizan ciertos jueces y magistrados corruptos y gozan de la complicidad amiguista de algunos medios de opinión que les sirven de vociferante corneta para desacreditar la esencia de las libertades y convocar a los ilusos a marchas de protesta contra la Policía y el Gobierno. En pleno siglo XXI ya no somos ni siquiera el país de cafres del que habló el maestro Echandía sino el país de vándalos con el que sueñan Roy, Iván Cepeda, Petro y compañía limitada.