Por: Ligia Lacayo Ortega – Graduada en Wharton, University of Pennsylvania, INCAE, y Universidad Centroamericana.
Tomar conciencia en el mundo en que pensamos, actuamos y vivimos el día de hoy se ha convertido en una tarea difícil, porque se ha creado un mundo de confusión que nos ha conducido por caminos donde la verdad se fue ausentando de nuestras vidas y casi imperceptible, empezamos aceptar que todo era relativo y así fuimos creando una especie de teoría filosófica del relativismo
Hemos aceptado, por imposición o por una pobre conciencia que no hay verdad absoluta, y todo se examina bajo el prisma de cada persona, se actúa con los valores que cada quien ha podido adquirir y se escribe en un lenguaje ambiguo, y de esta forma hemos ido abriendo caminos a lo que cada persona puede interpretar lo que es la verdad y la realidad que estamos viviendo.
Es así que algunos filósofos y teólogos modernistas entraron en el campo de poner la libertad por encima de la verdad, esto simplemente nos ha llevado a la difusión del mal y nos sitúa dentro de un procedimiento donde hemos permitido y justificado los más grandes desórdenes morales.
Este es un tiempo no solo de confusión sino de mucha desconfianza, porque cuando no se reconoce a Dios como una Verdad Absoluta, el mundo se convierte en una sociedad sin Dios, y podríamos decir que por esta causa hemos caído en un desorden de justicia, de moral y ética, y esto nos ha llevado a la ruptura de la armonía, con Dios con nosotros mismos y con la humanidad.
En un mundo donde reina el Materialismo los dos elementos básicos son dinero y poder, estos son modelos de vida que han existido siempre a través de la historia, pero en la actualidad se han convertido en paradigmas que han venido a destruir el bien la armonía y la paz.
Podríamos pensar que el hombre está ebrio de poder, pero si este poder está por encima de las principales normas de justicia y de moral, al descender estas escala de valores, nos ha llevado a generar leyes que no están regidas por los principios de una moral objetiva para los cuales hemos sido creados; sino que nos han llevado ha implementar leyes atroces como es la ley del aborto, que va en contra de todos los derechos de la dignidad humana.
Hemos sido creados a imagen y semejanza de Dios, y por esta razón hemos adquirido nuestra dignidad, esto es una verdad absoluta.
El valor a la vida es infinita, porque es un valor dado por Dios y está por encima de todos los valores existentes en esta vida.
Se podría declarar objetivamente que hay muchas causas, que nos han llevado a ejercer esta abominable ley del aborto, pero hay dos que reflejan características muy alarmantes; una de ellas podría ser que nuestro mundo se ha convertido en una sociedad hedonista que está dirigida a vivir en función del placer, y la segunda podría ser el ataque sistemático al núcleo de la familia en sus leyes más fundamentales como es el matrimonio entre un hombre y una mujer.
Basados en criterios mundanos y derechos inexistentes, fue llevada a efecto esta ley para destruir un derecho otorgado a nosotros en el mismo instante de nuestra concepción; una nueva vida llegará a su plenitud y brotará después de nueve meses hasta su muerte natural.
Por esta razón ningún gobierno no importa a qué grupo político, religioso, esté afiliado tiene la pertenencia de elaborar leyes para descartar la vida o para promulgar la ley del aborto.
Se habla del derecho de la mujer para abortar, y yo me pregunto:
¿Dónde está el derecho de Dios que es el único que tiene derecho a la vida y a la muerte?
¿Dónde está el derecho a la vida? El nacer es el fundamento de todos los derechos humanos.
¿Dónde está el derecho del que está en gestación para nacer? Es una criatura con su propio corazón, cerebro, alma y espíritu, es un ser independiente a la madre.
Hoy la ley del aborto está ocupando un lugar primordial, por lo cual se han implementado diferentes leyes, porque han situado el aborto como un negocio y como tal hay que controlar y regular a través de leyes basadas en derechos inexistentes; por lo tanto tenemos la obligación de denunciar que esta ley está cortando y violando el básico derecho a la vida.
El mundo está viviendo el mayor exterminio del ser humano, en los niños por nacer, no podemos ignorar ni ver este espectáculo abominable como espectadores y lo que es peor aceptar todas las leyes que se han creado, y discutir sobre ellas, como si vamos a examinar cualquier ley y luego tomar partido acerca de quién es más culpable.
Estos tiempos en que estamos viviendo parece que todo sentido de la verdad se mantiene en la oscuridad, la libertad se ha mal interpretado; y el resultado obtenido con esta ley del aborto se puede ver reflejado en las estadísticas de CDC y el Instituto Guttmacher, desde el año 1973 al 2017 se han practicado unos 62 millones de abortos legales en los Estados Unidos, la mayoría de ellos en las clínicas Plan Parenthood.
No es mi deseo dar una opinión política en este delicado tema del aborto porque todo lo que estoy proclamando está profundamente ligado a una democracia que solo puede vivir dentro de los parámetros de una sociedad con valores morales y con Dios.
Pero no me puedo sustraer al hecho que los dos partidos políticos en Estados Unidos (EE.UU.), Republicanos y Demócratas han tomado posición firme y declarado lo siguiente: el partido Republicano está a favor de la vida y el partido Demócrata está a favor del aborto.
Tenemos que estar conscientes que el derecho a la vida es inalienable, nadie puede tener derecho legal sobre el, más aun, nadie puede disponer o elaborar leyes para poder quitar este derecho intrínseco a nacer.
¡El derecho a la vida es absoluto!
Nuestro mundo el día de hoy con la ley del aborto se ha convertido en un mundo que legisla en contra de Dios. Por esta razón tenemos que luchar en contra de esta ley del aborto.
Nosotros somos humanos dependientes totalmente de Dios. No podemos pensar ni atribuirnos el derecho de Dios, único dueño de la vida y de la muerte.