EL BAÑO DE SANGRE DEBE DETENERSE

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En las elecciones presidenciales de los Estados Unidos del pasado martes 3 de noviembre, algunos Estados llevaron a cabo varios referendos sobre diversos temas, entre los que se encontraba el uso adulto del cannabis. Estados como Arizona y Nueva Jersey votaron a favor de la posesión y el uso para mayores de edad y en Oregon -donde es legal desde el 2014- se decidió despenalizar otras sustancias.

Mientras tanto, ese mismo día, en la Cámara de Representantes de Colombia se hundía el proyecto que reglamentaba el uso adulto del cannabis en nuestro país. Lo anterior en un tipo de sesión que se esta “normalizando” en el Congreso; sin garantías de participación y sin un debate a fondo, más bien de una rapidez desconcertante.

En los argumentos para su archivo se vio de todo, pero sobre todo como decía un profesor que tuve en la universidad: “lagunas en la ignorancia, pero bastante reducidas”: el cuidado de los niños, los cultivos de coca, las bebidas azucaradas y hasta caballos, es decir una mezcla de “peras con manzanas” o de “gimnasia con magnesia”. Lo anterior demuestra que esta clase de reformas continúan entrampadas en prejuicios moralistas o simplemente atrevida ignorancia. Señores Congresistas, es hora de pasar del mito al dato, del prejuicio a la evidencia. Lo que ustedes hicieron hundiendo esta iniciativa, a los únicos que favoreció fue a los narcotraficantes. Sigue su negocio criminal, contante y sonante porque según ustedes, el Estado es incapaz de regular calidad, acceso, precio y seguridad de las sustancias. Lo que hicieron archivando este proyecto afirma una premisa fatal: dejemos entonces la regulación de estos principios fundamentales en manos de los narcotraficantes. Flaco servicio público, qué débiles son ustedes para levantarse y defender el interés general. Por lo menos políticamente serán responsables de las víctimas que siga causando la fracasada y violenta guerra contra las drogas.

Los Estados Unidos y otros países desarrollados abren los ojos y se dan cuenta que el problema no es la sustancia en sí, sino su mal uso. Aquí se persiste en la inmoral guerra contra las drogas, donde el poder del Estado se centra en los eslabones débiles del narcotráfico. Así las cosas, se persistirá en fumigar con veneno cancerígeno (científicamente comprobado) a las poblaciones campesinas, perseguir a los consumidores en las calles, mientras que las grandes estructuras criminales continúan lucrándose.

Es necesario, además de moral y éticamente obligatorio, salir de la sangrienta y costosa guerra contra las drogas para avanzar hacia una nueva política que regule no sólo el uso adulto, informado y responsable de la marihuana sino de todas las sustancias. Nuestra experiencia nos otorga autoridad para proponer un debate cierto sobre este tema. El “baño de sangre” debe detenerse.

Aplaudo que ya se den este tipo de discusiones en nuestro país, pero lamento que se traten de invisibilizar. El Estado debe dejar a un lado prejuicios personales y asumir una posición en la que de verdad busque soluciones y vea lo que está pasando en el mundo y no nos quedemos en la política de “la mata que mata”.

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