Por: Felipe Gómez
En un grupo de oración, dicen recibir mensajes místicos insistiendo que los sacerdotes que se vacunen pierden su investidura sacerdotal y los laicos que lo hagan quedan marcados con el sello de la bestia debido al uso de la nanotecnología. Le atribuyen esta información a los ángeles a los santos y a la misma Virgen María.
En otros grupos y redes sociales insisten que recibir la eucaristía en la mano es un grave sacrilegio, mientras atrevidos insisten que Francisco a quien despectivamente llaman a secas “Bergoglio”, fue ordenado papa de manera ilegítima y es un aliado del anticristo.
Desprestigian a los sacerdotes diocesanos, hablan mal de la vida parroquial, insisten que la masonería es la que manda en la vida de la iglesia y los seminarios no sirve para nada.
A quienes estimamos a los sacerdotes y obispos, nos tildan de aduladores y algunas cosas más innombrables en las redes.
Personas que no tienen ni la mínima idea de liturgia, ahora son fans de la misa tridentina e insisten que si la misa no es de espaldas está mal, solo para llevar la contraria a las directrices de la iglesia. Insisten que esa forma es la única válida en la cual se lleva a cabo el milagro Eucaristico, mientras para ellos la misa de parroquia es una farsa.
Pero eso si, no asisten a misa dominical porque según ellos, la misa por televisión y la comunión espiritual dan lo mismo que asistir presencialmente.
Hablan contra el concilio Vaticano II y despotrican contra los papas desde san Juan XXIII en adelante, no los bajan de alcahuetas y encubridores. Hacen podcast y charlas magistrales explicando los errores actuales de la iglesia y se creen con la potestad de estar corrigiendo cada homilía y cada palabra del santo padre.
Son historiadores, moralistas, teólogos y expertos en liturgia, pero nunca han visto ni el forro del catecismo de la iglesia católica.
Estos comportamientos se vuelven cada día más comunes, los mensajes despectivos en las redes, por no estar de acuerdo con estas actitudes sectarias hacia quienes escribimos alguna cosa en materia de fe, se vuelven cada vez más frecuentes.
Se arman verdaderas batallas campales entre los bandos de una y otra comunidad, asegurando que esta obra y esta otra si son santas, mientras la de “x” es abiertamente satánica.
Le dan más potestad a los dirigentes de sus grupos de oración y sus conclusiones que al santo padre y ahora un “fulanito” cualquiera, va diciendo que hacer y que no en lugar del obispo, porque estos dirigentes contrario a los curas, si son “muy ungidos”.
Se ponen faldones enormes, no se visten bien ni se arreglan porque todo es vanidad. Lo critican todo, satanizan todo, son muy adeptos y fieles a sus líderes, pero dejan a un lado a sus propios familias porque el Espíritu los lleva por nuevos caminos.
Consideran la pandemia como un invento y es más importante para ellos ser expertos en materia del nuevo orden mundial que corregir sus pecados graves, consagrarse a la Virgen, rezar el Rosario o frecuentar los sacramentos.
Si un obispo llama al orden a un sacerdote que está equivocado, supuestamente es porque es muy santo y la iglesia se dedica tan solo a perseguir todo lo bueno.
No más! No dejemos que ese espíritu de división siga haciendo de las suyas en las comunidades católicas, no sigamos viviendo de las adivinanzas apocalípticas que tantos comparten en las redes, mientras la desesperanza va haciendo de las suyas y los jóvenes solo piensan en suicidarse.
Si bien es cierto, la iglesia está pasando por una seria purificación y las cosas que no están bien deben corregirse, ese desprestigio hacia nuestra santa Madre Iglesia no viene de Dios sino de su mayor enemigo que busca dañarlo todo y tan solo busca dividirnos a todos.
Mis hermanos y amigos, hay un solo papa, una sola iglesia, un solo credo que por cierto deberíamos repasar detenidamente como una urgente tarea, para preguntarnos sinceramente en qué o en quien creemos como católicos.
Dios los bendiga