Mi colega Julio César Ruiz, presidente del Círculo de Periodistas del Área Metropolitana, me contaba que siendo estudiante fue a la oficina de su tío, el general Ruiz Novoa, comandante del Ejército, y le dijo:
—Tío, ¿usted por qué no me ayuda con la libreta militar?
—Con mucho gusto, sobrino. ¿En qué batallón quiere formar?
De estudiante, en bachillerato me presenté para el servicio militar en la Infantería de Marina y, desafortunadamente, no pasé. Pero me ponía firme cuando en el programa por televisión de la Armada tocaban el himno de la Fuerza: “Viva Colombia, soy marinero”.
Desde siempre, he creído que ser militar o ser policía es un orgullo. Mucho más cuando nos dan las noticias, como esta semana con la captura de Otoniel, que no fue entrega. Como pretendieron decir algunos.
Los colombianos nos sentimos orgullosos de nuestras Fuerzas Armadas y de Policía al registrar el triunfo con este prisionero y las bajas y capturas en varios lugares del país. Al mismo tiempo que nos duelen las muertes y heridas causadas a nuestros soldados y policías.
Nos duelen las víctimas que dejan los bandidos de la guerrilla, llámense Farc, Eln, Águilas Gaitanistas, Clan del Golfo, etc. Pero no entendemos cómo algunos locutores o columnistas de prensa pretenden defender la no extradición del guerrillero narcotraficante Otoniel, con el pretexto de defender a las víctimas, como si dejándolo en Colombia se pudieran beneficiar económicamente las viudas, huérfanos o víctimas violadas.
Les pregunto a quienes defienden la no extradición del capo: ¿cuántas víctimas se lucraron con la no extradición de Santrich?, cogido in fraganti mientras traficaba, quien logró curul en el Congreso, sin pagar un solo día de cárcel, sin contar cinco días custodiado en la enfermería de la curia bogotana, dizque por enfermo.
A Santrich lo defendió la JEP de la cárcel estadounidense y salió riéndose a retomar nuevamente las armas y el narcotráfico, con su socio Iván Márquez, hasta que se encontró con la Parca, a pesar del cobijo venezolano. ¿Y a las víctimas quién les ayudó? ¿Las plañideras periodistas?
¿Qué beneficio han recibido las víctimas de la violencia en Colombia cuando sus victimarios han sido perdonados y premiados con curules, en vez de haber sido extraditados?
¿Quién en Colombia cree en las cuentas de los dólares, propiedades, ganados, vehículos, armas y caletas entregados por los negociadores de La Habana?
Además, los abogados y magistrados colombianos pueden ir a las cárceles estadounidenses a defender los derechos de la víctimas en Colombia, o si no, pregúntenle al senador Cepeda.
Ñapa uno: Corrijo lo antes dicho en esta columna. Dice Juan Fernando Echeverri Calle que su familia, incluyendo al arzobispo emérito de Ibagué, monseñor Flavio Calle Zapata, no tiene ningún parentesco con el alcalde de Medellín, Daniel Quintero Calle. También lo confirmé con monseñor.
Ñapa dos: El alcalde de Envigado, Braulio Espinosa, es el alcalde mejor posicionado en imagen entre todos los del Valle de Aburrá. En la encuesta Metropolitana de EL COLOMBIANO, realizada por Invamer, Braulio sacó el 82 % de favorabilidad, por dos años consecutivos. Felicitaciones