“En Medellín es diciendo, haciendo y listo”
El 13 de mayo de 1980, el alcalde Bernardo Guerra Serna y un grupo de ciudadanos movidos por un gran espíritu cívico y amor por la ciudad, en unión, crearon la Fundación Amor por Medellín.
Actualmente la Fundación la presiden Didier Vélez Madrid y Jaime Arango Uribe.
El jingle “Quiero a Medellín” fue creado por Michel Arnau.
Recordémoslo: “El lugar donde nací, y con mis amigos crecí, la ciudad que es de mis hijos, donde vivo y trabajo por ti; Medellín crece contigo, su progreso es para todos, depende también de ti darle amor a Medellín”.
Fue una canción que se arraigó en el corazón de los medellinenses.
El propósito de la Fundación era despertar la solidaridad y el optimismo en una ciudad que estaba siendo atrozmente lacerada por la criminalidad y el narcotráfico. La tasa de homicidios crecía vertiginosamente hasta convertirla en una de las más peligrosas del mundo.
Lentamente, el mensaje fue calando en las conciencias de los ciudadanos y Medellín empezó a mostrar una nueva faceta de civilidad, un cambio total hacia el respeto por las tradiciones y los valores autóctonos, de cuidado del espacio público, la vida y la propiedad. Se convirtió en una de las ciudades más innovadoras del mundo, como lo reconocen numerosas organizaciones internacionales.
El turismo creció exponencialmente y hoy es, después de Bogotá y Cartagena, la ciudad con mayor número de visitantes nacionales y extranjeros.
Todo ello se pudo conseguir con la unión y coordinación de esfuerzos de la empresa privada, la alcaldía municipal y las universidades y con el respaldo del gobierno nacional.
Inesperadamente, todo cambió para mal.
En el 2020 llegó a la administración municipal un grupo de personas con mentalidad diferente, sin conocimiento de los problemas ni de sus soluciones, con un criterio laxo en materia de moralidad y de ética públicas, las cuales no parecen querer continuar construyendo, sino derrumbar lo que se ha logrado con tanto esfuerzo y paciencia en varias generaciones.
Si hacemos un balance de la gestión de Quintero, el resultado es absolutamente desolador.
¿Qué dependencia o programa de la alcaldía no arde o no va en camino de la incineración total?
Pero lo más grave es, sin duda, el manejo desatinado y errático de EPM, que ya ha visto pasar, sin pena ni gloria, en el breve lapso de año y medio, cuatro gerentes, el último de los cuales tiene en su contra la sentencia del Tribunal Administrativo que declara la nulidad de la designación.
La inestabilidad y falta de experiencia en los secretarios y gerentes ha conducido a la más absoluta insensatez, desorganización e ineficiencia en el manejo de la ciudad, reflejada en Hidroituango, obra a la que se le ha creado artificiosamente un problema para cambiar a los contratistas por otros que sean del agrado del alcalde y de ocultos interesados.
Circulan en los organismos de control numerosas denuncias sobre roscas y nepotismo en los nombramientos, y presunta corrupción en los contratos que el alcalde no explica ni aclara.
En esta administración está adelantándose la licitación de una marca de ciudad con un valor millonario. Una de las propuestas finalistas resultó ser un vulgar plagio, conforme lo denuncia el portal IFM Noticias.
Es de tal gravedad la situación que hoy darle amor a Medellín es firmar la revocatoria y votarla positivamente, para darle una administración que sea digna de ella.
Post Scriptum: ¿A qué se debe la peligrosa y poderosa influencia de los hermanos César y Darío Amar en la alcaldía de Daniel Quintero y en EPM?