«¡Favor que les hacen!» dijo en un tweet suyo, la actriz Nórida Rodríguez, refiriéndose a la afortunada (sí, afortunada) decisión en la reciente asamblea de los militantes del Partido Verde Oxígeno (PVO) en la cual fueron retirados de esa colectividad los electos senador Humberto De La Calle y representante Daniel Carvalho, en vísperas de la instalación, este 20 de julio, del Congreso de Colombia para el periodo 2022 – 2026. Según comunicación de Verde Oxígeno, aunque como partido no serán parte del acompañamiento a la agenda legislativa del Pacto Histórico, si respaldarán iniciativas en línea con sus propósitos (entendemos que son los de Rodolfo Hernández a quien apoyaron para presidente); además de dejar claro que las curules de De La Calle y Carvalho, estos no las perderán.
Al afirmarse implícitamente que, como seguidores, admiradores desde siempre, del trabajo en particular del Senador electo Humberto De La Calle, no tendremos que preocuparnos porque con la expulsión del PVO ninguno de ellos dos tendrá que renunciar a sus respectiva curul; sin embargo, la duda está sembrada en cuanto a que los dejen ejercer su derecho sin la tormentosa espina permanente de que no faltan los políticos (o seguidores de estos) que se dedican a perseguir curules para arrebatarlas a favor de los suyos, con razón o sin ella. Obviamente que si es con razón ¡adelante! Lo inconveniente, sin duda, es que mientras se está en ese tipo de procesos, se baja muchísimo el ritmo de trabajo de quienes están en las gestiones propias de sus obligaciones en las corporaciones públicas.
Similar situación viven en el Concejo de Medellín dos concejalas que renunciaron al Partido Centro Democrático: Lina García y Nataly Vélez. (Ya lo había hecho María Paulina Aguinaga, aunque de una vez, con toda grandeza, se despojó de su curul) Según «carta emitida por la dirección del partido, además de recordar el fallo del Consejo de Estado que recuerda que las curules no son de las personas sino de los movimientos políticos que le dieron el aval a quienes ocupan un lugar en la corporación, solicita a la presidencia para que a las dos concejales les sean retirada la curul por lo que sería imposible que se siguieran desempeñando el cargo que ganaron a través de las elecciones regionales del 2019», señala la información publicada en Ifmnoticias en la que se dan todos los detalles del asunto.
Aunque no hay ni el más mínimo punto de comparación, entre el tratamiento dado a los congresistas electos del PVO por parte de su líder la señora Ingrid Betancourt, absolutamente rechazable -¡Qué señora tan calculadora!- frente a los procedimientos usuales en el CD sin duda indecorosos, sagaces y malintencionados (denunciados en algunas ocasiones por la misma senadora del CD María Fernanda Cabal) lo notorio en el partido fundado por el expresidente Álvaro Uribe, es cómo, desde sus posiciones, lenguaje y prácticas (visibles en el presidente Iván Duque y los suyos) se hace indudable una laxitud odiosa que permite a sus simpatizantes, militantes, burócratas y directivos, hacer y deshacer; además, tratar con desprecio a los contrarios, herir sin respeto alguno y denigrar cómo se les antoja; y lo peor es que nimiedades en boca de representantes o líderes de otros sectores, son ferozmente criticadas. Discrepar es del marco de la democracia; ofender -algo o mucho- es, en la misma medida, testimonio de instintos crueles. En Colombia, en las últimas décadas, se les está sumando a las ya de por sí escalofriantes situaciones sociales y económicas consecuencia de las distintas violencias padecidas, ese lenguaje agresivo, insultante, con el que rotulan a quienes piensan diferente.
Como sociedad, la colombiana está enferma. Entre los mismos grupos supuestamente de ideologías pensantes, hemos visto desde facinerosos hasta criminales sin alma; lo mismo que se han descubierto facciones perversas entre la dignidad de quienes sirven a la patria. Pero duele mucho más profundo que se haya llegado al punto -como derecho de algunos- de tratar con desprecio y calificativos irreverentes, a personas íntegras que tienen por misión de vida, el perdón y la propagación del amor verdadero.
El Padre Francisco De Roux, como el Papa Francisco, seguirá siendo objeto de la maledicencia que nace de juicios inflamados. Ellos dos seguirán adelante sin temor, ni rabias, con la humildad de existencias superiores. A seres humanos así, no los afectarán jamás los males que nos aquejan al común de los mortales; en sus mentes y corazones solamente tiene cabida la misión del servicio al prójimo; para el país, o para el mundo.
Colombia es una sociedad muy enferma en la que nos quieren hacer creer que hoy somos la octava maravilla, (aunque sí tenemos maravillosos seres humanos, la naturaleza exuberante y bella que, por lo demás, nos hace privilegiados) pero que el 8 de agosto amaneceremos rodando por un abismo sin atajadero.