Luego de las recientes polémicas por el contenido falso que han compartido algunos influenciadores se abre la discusión de a quién creerle en redes sociales.
Por El Colombiano – Juan Alcaráz S.
En 2021 el creador de contenidos Yeferson Cossio se sometió a una cirugía de implantes de senos para pagar una apuesta y puso en riesgo su salud. El mes pasado, un grupo de influenciadores, del que hace parte Rey Gallego, alertó a los pasajeros del Metro de Medellín con una broma (un hombre que padece enanismo que se hizo pasar por un bebé). Después Mike Jambs engañó a sus seguidores con un falso tatuaje en la frente en el que supuestamente quedaría para siempre la palabra Messi. Lo más reciente lo protanizó Andrés Arango: montó la escena del supuesto niño genio de las matemáticas que también resultó ser una mentira.
En la industria de los influenciadores existen dos grandes categorías que los diferencian: los que hacen el chiste y las tonterías, y los de nicho que lograron convertir esta labor en un negocio y trabajan con importantes marcas.
Ante la seguidilla de polémicas que protagonizan el primer grupo, surge el interrogante de si las personas que se conocen como influenciadores están cumpliendo el rol de descrestar o el de inspirar a través de las plataformas sociales. ¿Su contenido qué tanto influye para cambiar hábitos o aprender algo?
Para Roberto Rave, el fundador de Laick, la primera corporación sin ánimo de lucro que busca formalizar la industria de creadores de contenidos en Colombia, las nuevas generaciones desconocen los nombres de los empresarios o científicos, pero tienen claro quiénes son los influenciadores de moda, porque las redes sociales son los medios que están moldeando los conceptos, criterios y carácter de esta parte de la población.
“La realidad es que los jóvenes de todos los rincones del mundo están siendo educados por los referentes de las redes sociales, espacios en los que se proyectan unos estilos de vida y unas experiencias”, dijo Rave.
Los influenciadores se clasifican según el tipo de contenido que hacen y comparten (humor, estilos de vida saludable, entretenimiento, gastronomía, viajes) y la cantidad de seguidores que suman.
Están los mega influenciadores que tienen más de 1 millón de seguidores, son famosos: hay futbolistas, artistas y creadores de contenidos con una larga trayectoria. Aquí entra, por ejemplo, Luisa Fernanda W: está en las redes sociales desde hace 12 años, en Instagram tiene 18 millones de seguidores y en YouTube más de 4 millones de suscriptores. Luisa ya no solo comparte contenidos de risa, sino que también produce otros que educan y a la vez entretienen. Les dio un valor agregado.
“Cuando empecé a crecer en las redes y aprender más me di cuenta que uno puede contar muchas historias a través de ellas, que podía mostrar mis otras facetas”. Y entonces ahí fue cuando pasó de simplemente promocionar algún producto de belleza a dar trucos de maquillaje y moda (sin ser una experta, pero tomó clases) y consejos para crear empresa. “Esa ha sido la clave de mantenerme todo este tiempo”.
Otro ejemplo de creadores de contenidos que agrega valor es Carlos Alberto Díaz Colmenares, El Borrego. Desde hace tres años muestra cómo en la finca de sus padres en San Francisco, Cundinamarca, se alimentan las gallinas y se siembran vegetales.
En TikTok supera los 16 millones de seguidores y varios de sus videos tienen más 40 millones de visualizaciones. Lo siguen personas de todo tipo y de varias partes del mundo: en México tiene un gran segmento. Díaz ha dignificado la labor de los campesinos de Colombia.
“A los que ya tenían una granja los hemos inspirado para que le metan más la ficha, y los que no tenían los animamos a tener su huerta urbana. Hemos creado una comunidad muy bonita donde se da un aprendizaje mutuo”.
Tulio Recomienda, quien logra a través de las redes sociales que se conozcan las recetas de los emprendedores de las esquinas de Colombia, también se suma a este grupo. Después de la pandemia, con la estrategia Burger Máster logró que se vendieran más de 2 millones de hamburguesas.
En esa clasificación de los influenciadores están también los macro influenciadores: tienen de 100.000 a 1 millón de seguidores, son creadores de contenidos de nicho (veterinarios, cocineros, entrenadores personales, artístas).
Después están los micro influenciadores (de 10.000 a 100.000 seguidores) que ya entienden que se tienen que especializar en un tema. Y por último aparecen los nano influenciadores (hasta 10.000 seguidores) que aunque tienen un público más limitado, se caracterizan por tener una relación más cercana con la audiencia.
En el más reciente informe de Laick se cita una cifra de la firma Branch muy poderosa: en cuanto al uso de las redes sociales, Colombia tiene 45,80 millones de usuarios activos, lo cual representa el 81 % de la población.
La responsabilidad de la labor
TikTok, por ejemplo, solo monetiza por visualizaciones los contenidos que tienen valor agregado, que enseñan algo. ¿Acaso será ese el destino de las demás plataformas?.
“Uno como creador de contenidos tiene una responsabilidad muy grande que al principio no tiene muy clara por la falta de formación. Esto no solo se trata de hacer videos virales y barbaridades en internet”, dijo Luisa.
Ante la pregunta de qué tanto perjudica al gremio los actos de los influenciadores que se dan a conocer por sus polémicas, Luisa respondió: “Yo creo que las personas que están haciendo contenido sin conciencia y a la loca nos están haciendo quedar muy mal a la industria, de alguna manera”.
La controversia sigue abierta, ¿a quién se le cree en las redes sociales?