Los datos que (no) encajan en la estrategia de seguridad de la Medellín Futuro
Por: opinión Sucesos Metropolitanos
Desde el año 2020 el relato oficial de la actual administración se ha centrado en la reducción de los homicidios como su principal bandera y evidencia del contundente e incuestionable éxito de su estrategia de seguridad. Sin duda las cifras son alentadoras: según el Sistema de información para la Seguridad y la Convivencia de la Secretaría de Seguridad y Convivencia, la ciudad pasó de cerrar con 593 casos en 2019, después de una sangrienta confrontación entre grupos criminales, a 391 en 2022, una reducción del 34%, pasando así de una tasa por cien mil habitantes de 23,9 a 15,7 respectivamente, el número más bajo de los últimos cuarenta años. Aquí por supuesto la protección de la vida pareciera ser el eje central de una estrategia definida que ha orientado todos los esfuerzos institucionales, logrando un resultado no visto en dos generaciones.
Ahora bien, siguiendo con el análisis de los datos, entre 2022 y 2023 de nueve delitos de impacto que se miden en la cuidad, el actual gobierno va perdiendo cuatro, es decir, el 44%, mientras que, de los cinco indicadores de operatividad (capturas; incautaciones de armas y droga; recuperación de motos y carros) va perdiendo los mismos cuatro, es decir una ineficiencia operativa del 80%.
Entrando en el detalle vemos cómo dos delitos tienen un aumento descontrolado durante la actual administración: el primero, la extorsión, que es uno de los indicadores que denotan control territorial de las bandas criminales, la cual afecta de manera directa a los constructores, comerciantes y transportadores, tiene un aumento del 92% pasando de 332 a 639 casos, es decir, hoy se tiene el doble de víctimas que el 2022 y, sin terminar el año, ya se superó el total de los casos de los últimos cinco años, así: 2018 (575), 2019 (514), 2020 (506), 2021 (613). En segundo lugar, se encuentra el hurto a personas que registra un aumento del 10% frente a 2022 con 23.046 casos a la fecha, es decir, 79 personas cada día sufren un robo, lo que representa que, al mes de octubre del presente año, se tiene el mayor número hurtos denunciados desde que se tiene registro confiable. Así, para poner un ejemplo, en el año 2018 robaron a 21.810 personas, mientras que en el 2022 a 28.142, un aumento del 22%, lo que sin duda es alarmante.
Dos preguntas surgen de esta información: ¿qué ha hecho diferente la administración Quintero frente al homicidio en relación con las estrategias de los últimos veinte años y qué no se ha hecho para tener un tan pronunciado deterioro en los casos de extorsión y hurto a personas?
Contrastando los comunicados de prensa de la Alcaldía, los informes de la Veeduría del Plan de Desarrollo para Medellín y entrevistas a personas que trabajaron con la actual administración, la respuesta es sorprendente: no se ha creado nada diferente a lo que la administración de Federico Gutiérrez dejó en 2019 y, dentro de esta falta de desarrollo en política pública y capacidades – algo igualmente inédito en la ciudad –, se resaltan dos cosas llamativas: la primera es que programas centrales, considerados como innovadores y con resultados para la planeación, prevención y control de los problemas asociados a la delincuencia, como por ejemplo Parceros, la central estratégica contra el atraco, el llamado centro de fusión contra el crimen organizado y el plan de bienestar y capacitación para la fuerza pública, no tuvieron continuidad (aunque algunos se mantuvieron en el papel); y la segunda es que no se evidenció una estrategia clara por parte de la Secretaría de Seguridad y Convivencia para reemplazar o fortalecer estos ejes de intervención durante los tres años y diez meses que lleva esta administración. Básicamente lo que ha sucedido podría entrar como un milagro: la mayor reducción de homicidios en la historia de la ciudad ha sido producto de debilitar las capacidades locales de gestión, acabando o relegando programas que mostraron efectividad, con una Secretaría que, según varias fuentes consultadas, ha sobresalido por su ausencia, moviéndose así como un velero aislado dentro del cual su timonel saca pecho por acciones desconectadas y, por decir lo menos, extrañas, como el llamado “Robocop” o un programa de recompensas creado en 2019, que hace alarde de tener una cuantiosa bolsa de recursos. Así pues, contrario al particular caso de los homicidios, el record en el aumento de las extorsiones y el hurto a personas que dejará este gobierno pareciera sí tener una causa lógica.