Bienestar emocional, área de oportunidad en empresas tras la pandemia

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El gran reto que tenemos las organizaciones después de la llegada de la pandemia ha sido colaborar con personas con una salud emocional polarizada, señala Norma Godínez.

 Hablar de bienestar emocional hace un año era tema casi exclusivo de psicólogos, psiquiatras, sociólogos, los interesados en el comportamiento humano o de los que nos dedicamos a la gestión y desarrollo del Capital Humano. Sin embargo, un día aparece un “virus acelerador de la transformación” en las personas, en las culturas de los países, en las empresas, y todo cambia. Lo aspiracional se convierte en una realidad.

Desde hace tiempo las nuevas tendencias disruptivas de Recursos Humanos (RRHH) se referían a los programas de wellness, dando espacio y relevancia al concepto del bienestar emocional dentro de las organizaciones; muchos de estos estaban siendo analizados o en etapa de prueba, otros más en consolidación.

Con una perspectiva de los colaboradores, se veía al home office y los horarios flexibles como una solución para tener una vida en equilibrio, si las empresas lo implementaban sería una conquista en el ámbito laboral, ya que era una promesa de valor con un enfoque en el respeto y la libertad a su persona. Ellos iban a tener la posibilidad de disfrutar del tan anhelado balance de vida profesional y personal, al que hacían referencia en diferentes encuestas, como las que se desarrollaron para generar el estudio Tendencias del Entorno Laboral en México.

Ese balance que no era tan fácil de lograr porque era necesario asistir a una oficina en un horario pre establecido y esa era una justificación que parecía válida para no hacer ejercicio, no comer sanamente, no convivir con las familias y/o amigos, no dormir lo suficiente, estar estresados por el tráfico, por los horarios, los gastos; indudablemente la creencia era que el origen del burnout estaba en el lugar de trabajo.

Como líderes existía el paradigma acerca de la responsabilidad y del compromiso; había duda en la implementación de esquemas de trabajo flexible por miedo a la pérdida de control, productividad, a la reacción misma de los líderes y los colaboradores, así como el impacto en los clientes internos o externos de nuestros productos y/o servicios.

De repente, este escenario aspiracional se volvió realidad en el mundo entero. Fue impactante el fenómeno que se dio en las organizaciones, la respuesta ante la emergencia fue una inevitable sinergia ente el CEO + RRHH + líderes para dar certidumbre y evitar los “episodios de psicosis”, al verse en peligro la salud física de nuestros colaboradores y generar un efecto devastador en su salud emocional.

Las prioridades cambiaron, la seguridad es primero. Los presupuestos se redireccionaron a estrategias de cuidado en la salud física, mental y emocional de nuestros colaboradores. Las condiciones de trabajo se flexibilizaron, los procesos de las empresas se adaptaron a una nueva forma de operar, los líderes desarrollaron habilidades de comunicación y conexión emocional con sus equipos, que nunca imaginaron. Y ahí esta la clave para construir equipos sólidos, comprometidos y productivos, no solo para sobrevivir durante la pandemia, sino para crecer y estar listos para enfrentar un nuevo mercado, una realidad que hoy todavía no imaginamos.

Así que, para fomentar el bienestar emocional, los que tenemos el gran compromiso de ser líderes debemos empezar por nuestra propia salud, para poder inspirar a nuestro equipo; en nuestra empresa creemos que para ser líderes exitosos tenemos que ser empáticos, flexibles y tolerantes, eso hará que nuestros colaboradores perciban congruencia y honestidad en nuestra filosofía de conectar al talento con el mundo del trabajo, mejorando sus vidas en todos los aspectos.

Hoy líderes y colaboradores nos dimos cuenta de que lo que creíamos que funcionaría para promover el bienestar emocional en nuestras organizaciones ha cambiado, estamos aprendiendo que es una responsabilidad compartida entre la forma de ser de las empresas al proporcionar condiciones flexibles de trabajo y de los colaboradores, en la manera que asumamos el compromiso de organizar nuestras vidas.

Hemos comprobado que nuestro bienestar emocional depende de cada uno de nosotros como individuos, identificando qué nos satisface, cuáles son los motivadores para levantarnos todos los días, qué actividades nos relajan, qué nos apasiona en la vida. Cuidar de nuestra salud física y mental es una tarea que requiere constancia y mantener una relación familiar saludable es un trabajo de todos los días.

Recursos Humanos

El gran reto que tenemos las organizaciones después de la llegada de la pandemia ha sido colaborar con personas con una salud emocional polarizada y que están viviendo escenarios distintos. Por un lado, están los que lograron asumir la responsabilidad del cambio, que evolucionaron integrándose y adaptándose a la nueva normalidad, con una mente flexible, resilientes y listos para enfrentar lo que sea.

Otro segmento corresponde a quienes no tuvieron la oportunidad de adaptarse, quizá por haber vivido los efectos del COVID-19 en su propia familia y su economía, que están afectados por su realidad. Y, por último, los que simplemente no han vivido las consecuencias de la pandemia de forma cercana, pero no logran ver que el mundo está evolucionando a una velocidad increíble y continúan en su zona de confort.

Por lo tanto, debemos generar estrategias para hacer de nuestras empresas, un espacio integrador de las diferentes realidades de los miembros de nuestro equipo y que la sinergia de todas esas realidades se traduzca en una cultura organizacional que fomente la evolución y el crecimiento de nuestros colaboradores. Al mismo tiempo que nuestras organizaciones se transforman y son exitosas en el mercado.

Estas estrategias van más allá de los programas tradicionales de bienestar emocional. Es necesario tomar acción desde el interior de cada organización y el papel de los líderes juega un rol fundamental para llevarlo a cabo. Para apoyar a los miembros de su equipo, un líder debe estar preparado para identificar en cuál de los escenarios se encuentra cada uno de ellos y ser capaz de brindarles la confianza necesaria para que puedan abordar su realidad de forma particular, implementando diferentes acciones que fomenten su salud mental y trazando un plan individual para lograr sus objetivos, incluso en estos momentos difíciles y en un nuevo esquema de trabajo.

Así que es importante que como líderes de una empresa estemos conscientes de las implicaciones particulares del COVID-19 en el bienestar emocional y que cuidemos de nuestra propia salud para que podamos estar presentes para ayudar a nuestro equipo.

Nota del editor: Norma Godínez es Directora Recursos Humanos, Legal & Compliance de Kelly México. Tiene 30 años generando estrategias que dan valor a las organizaciones en la Gestión de Capital Humano. Es egresada de la Universidad Iberoamericana como Licenciada en Relaciones Industriales, cuenta con un posgrado en Desarrollo Organizacional en el ITAM, un posgrado en Recursos Humanos en el Tec de Monterrey, una Certificación en Coaching en Estilos Gerenciales y Clima Organizacional en Mc Clelland Institute y un MBA en la Universidad Anáhuac. Síguela en LinkedIn . Las opiniones publicadas en esta columna pertenecen exclusivamente a la autora.

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