Colombia retrocedió diez años en sus avances sociales

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En el promedio de estimaciones, la pobreza subiría a 43,1% en 2020. Las mujeres, los jóvenes y los informales, entre los más afectados.

El efecto colateral de la crisis económica derivada de la pandemia por coronavirus es, sin duda, la profundización de las desigualdades sociales, las cuales desde antes de la llegada de la covid-19 ya eran una preocupación. Y, según diversos informes, el retroceso en esa materia sería de alrededor de 10 años.

Con la pérdida de aproximadamente 2,4 millones de puestos de trabajo, una tasa de desempleo del 15,9% y una contracción de la economía del 6,8% durante 2020, los hogares vulnerables, pobres e, incluso, familias de clase media, son las que más han tenido que soportar el golpe de la crisis.

La foto de la pobreza en Colombia en 2019, el dato más reciente, ya incluso mostraba un pequeño ascenso de este indicador, pues pasó de 34,7% en 2018 a 35,7% en el año siguiente.

Y con la crisis, el cálculo del Departamento Nacional de Planeación, que es el más optimista en el país, dice que la pobreza en 2020 podría subir a 42%. Por otro lado, Fedesarrollo indica que podría ascender a 47,6%, sin contar las ayudas del Gobierno, y el Banco Mundial a 45,5%. Eso, en otras palabras, podría significar un retroceso de 10 años en la lucha para reducir el número de personas en esas condiciones.

Cabe mencionar que la Cepal, en su último informe, señala que la pobreza total en el país habría cerrado 2020 en 37,5%, un dato que habría llegado a 38,7% sin las transferencias.

Ese escenario, que no es ajeno a los otros países de la región, también significa una reducción considerable en los ingresos de los hogares e, incluso, frenaría la movilidad social y más personas saldrían de la clase media, según la Cepal.

“La pandemia ha evidenciado y exacerbado las brechas estructurales y, en la actualidad, se vive un momento de elevada incertidumbre en el que aún no están delineadas ni la forma ni la velocidad de la salida de la crisis. No cabe duda que los costos de la desigualdad se han vuelto insostenibles y que es necesario reconstruir con igualdad y sostenibilidad”, dijo Alicia Bárcena, secretaria ejecutiva de la Cepal.

Según el análisis de ese organismo, en 2020 la tasa de pobreza extrema en Latinoamérica sería de 12,5% y la pobreza monetaria de 33,7% de la población, por lo que Colombia está por encima del promedio.

Para Roberto Angulo, socio fundador de la firma Inclusión, “la foto de la pobreza no la hemos terminado de ver y la capacidad que tengan los sectores para recuperarse este año será lo que va a determinar ese escenario. Lo que sí es claro es que la equidad tiene que estar puesta sobre la mesa en la reactivación, dado que la pandemia afectó a unos grupos más que a otros, en particular a las mujeres y jóvenes, y a unas ciudades más que a otras”.

Además del aumento de la pobreza, la pandemia también ha dejado a algunos grupos poblacionales más vulnerables, como es el caso de las mujeres, los jóvenes y los informales.

De acuerdo con el Dane, la tasa de desempleo para las mujeres fue de 20,4% al cierre de 2020, frente a un 12,7% para los hombres. Eso se explica, entre otras cosas, porque los sectores que más tuvieron que cerrar tenían una alta participación de mujeres. Ese efecto sobre ellas podría traducirse, según la Cepal, en un retroceso de 10 años de avances en esa materia.

Como ingrediente adicional a esa receta difícil, el cierre de los colegios hizo más complicado conciliar la vida laboral y familiar de las mujeres, por lo que muchas perdieron sus empleos o simplemente dejaron de buscar trabajo. Eso se detalla en cifras del Dane, que señalan que la inactividad aumentó en 2020, y de las 17, 9 millones de personas en esa condición, 11,4 millones eran mujeres y la mayoría de ellas se estaban dedicando a oficios del hogar.

El otro grupo afectado son los jóvenes, quienes por la pandemia han tenido menores oportunidades laborales y de estudio, por lo que la tasa de desempleo de esta población cerró el 2020 en 24,2%, superior en 8,3 puntos porcentuales al promedio nacional.

En cuanto a los informales, si bien su tasa de ocupación cayó en los meses más difíciles de la pandemia por cuenta de los confinamientos, estos han ido aumentando a un ritmo mayor que el empleo formal y, como explicó en días pasados Jairo Núñez, investigador de Fedesarrollo, una de las consecuencias de ese incremento es una reducción de los ingresos promedio de esta población. El efecto de eso sería un aumento de la vulnerabilidad o de la pobreza en estos grupos.

En medio de ese escenario complicado en términos sociales, el Gobierno desde el año pasado anunció giros extraordinarios en sus programas de Jóvenes en Acción, Colombia Mayor y Familias en Acción, así como la creación de una nueva iniciativa, denominada como Ingreso Solidario y que tendrá vigencia hasta mitad de este año.

Según los analistas e informes internacionales, aunque esas transferencias han tenido un impacto positivo para mitigar el alza de la pobreza, siguen estando por debajo de los ingresos mensuales promedio que reciben las personas en esta condición, por lo que no son suficientes para amortiguar todo el golpe.

Ahora, la tarea del sector privado y del público será cerrar una brecha que se abrió aún más y que podría tener graves consecuencias en el crecimiento económico y sostenible del país.

Por: Portafolio – María Camila González

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