¿Cómo tratar la rebeldía en niños durante la pandemia?

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Por: Kirvin LariosJavier Mendoza

Las exigencias escolares, las clases virtuales y los trastornos por déficit de atención afectan aún más a los niños y adolescentes en la pandemia.

Con la pandemia y las clases virtuales la rebeldía de niños y jóvenes es asunto que preocupa a los especialistas. Las energías que tienen ‘guardadas’ a raíz del confinamiento y que antes se canalizaban o encontraban un alivio en el contacto con otros, en los juegos y las salidas, ha sido reemplazada por la pasividad del encierro o la exigencia de estar sentado ante una pantalla casi siempre con sólo dos estímulos sensoriales: la vista y el oído.

La psicóloga con Máster en neuropedagogía Fátima Patricia Lewinnek, en conversación con EL HERALDO explicó que la manera en que se desarrollan las clases virtuales está influyendo en la conducta de niños y puede desembocar en actitudes conocidas como rebeldes. Especialmente, en niños y jóvenes con trastornos por déficit de atención e hiperactividad.

Pero existen múltiples factores. “El contexto influye muchísimo, qué tan favorecedor es el ambiente para la tranquilidad y el sentimiento de confianza del niño o el adolescente”, dice:

“Si bien podemos tener unos casos de naturaleza biológica, como pueden ser los trastornos del neurodesarrollo, que impiden cierta tranquilidad en algunos momentos, si hay un ambiente seguro o favorable, esa rebeldía no tiene tan largo alcance”, añade Lewinnek.

En tal sentido es posible hablar de “ambientes favorables o desfavorables”. El primero es aquel que, en el mejor de los casos, “de pronto hay una buena situación en el hogar, no se viven roces o situaciones ansiosas por parte de los padres o personas a cargo, lo que ayuda a que haya un ambiente tranquilo y de confianza para el niño”.

En el segundo caso, el niño vive con ansiedad “cuando hay inestabilidad emocional por parte de los padres o cuidadores”, ya sea por circunstancias “económicas, emotivas o de salud” que pueden afectar “el sentimiento de confianza del niño”.

Señales

Al hablar de rebeldía estamos refiriéndonos  a las acciones “que se pueden presentar en la escuela cuando el niño deja la lección sin terminar o la tarea sin resolver. Esto tiene distintas connotaciones. Hay cansancio, dificultad, puede haber hastío, y dentro de estas tres se puede dar el momento en que decide dejar el compromiso a un lado para llamar la atención. Es una forma de decir ‘Necesito ayuda’”.

En dicho caso, el niño “requiere apoyo en las explicaciones y acompañamiento”.

Ante esta situación los padres o cuidadores del menor empiezan a “asustarse” y a alertarlo con expresiones como “perderás el año”. Sin embargo, “más que criticar al niño o juzgarlo, hay que saber cómo se siente él, cómo se siente con el colegio, con lo que está aprendiendo allí y si necesita refuerzo y acompañamiento neuropedagógico o sicológico”, aclara la profesional.

Cómo tratar

La psicóloga aconseja principalmente que los padres o cuidadores “se quiten el velo o esa frontera que hay entre el ‘deber ser’ del niño y lo que se supone ‘tiene que hacer’ para responder al colegio, y acercarse a él sin esa barrera, para poder escucharlo”.

Lewinnek subraya que hay que “observarlo con amor, aceptar que es una persona que puede tener errores, que no tiene facilidades en estos momentos de educación virtual, y sentarse a conversar con él o ella”.

En tal momento son importantes las preguntas: cómo se siente, qué le pasa, dónde está lo difícil, cómo le gustaría ser ayudado. A partir de ello, de “quitarse el velo” y verlo “transparentemente”, es “más fácil” buscar “estrategias” para resolver la situación.

Y aunque es “bueno” encontrar compañía psicológica, establecer diálogos con profesores o la institución educativa en la que estudie, las personas más cercanas al niño “podrían empezar a ubicar esas estrategias”, ya que es posible “que necesiten más silencio en el hogar, alguien al lado apoyándolo en las tareas, comunicación con más amigos de manera virtual o con distanciamiento. Asimismo, es posible que necesite más deporte para canalizar la energía que tiene por estar encerrado”.

Más que criticar al niño, hay que saber como se siente

Manifestaciones

Los comportamientos rebeldes también están relacionados con la intranquilidad que puedan provocar las exigencias en el entorno, ya sea escolar o familiar, así como no tener “la fuerza o la confianza, emocional o intelectual, para enfrentarlas”. A partir de ello puede aumentar la ansiedad y la rebeldía, que puede manifestarse “de una manera aparentemente pasiva”, en la que el niño “se queda quieto, no hace nada, tira el cuaderno y lo deja ahí, sólo usa el celular, juega por internet o ve YouTube”; o bien haciendo “pataleo, peleando con el hermano, la mamá, el papá”, por lo que tampoco resuelve sus compromisos.

Tanto en niños como en adolescentes” indica Lewinnek, “esas conductas se presentan de esa manera, pero casi siempre de forma escalada en los adolescentes”.

En algunos casos específicos, incluso, las conductas pueden evidenciar trastornos por déficit de atención e hiperactividad, los cuales “son frecuentes en estos tiempos”.

En dichos casos los niños son más sensibles a los entornos conflictivos y de alta exigencia escolar, lo que se traduce en mayores niveles de ansiedad. De ahí que requieran de mayor e estimulación, no únicamente la visual y auditiva, que es “pobre para niños con déficit de atención”.

La profesional aclara que “todos aprendemos mejor a través de la experiencia multisensorial, pero a estos niños se les dificulta la atención sólo con dos canales simples. El niño debe estar accionando, escribiendo, elaborando, haciendo, sea de primaria o de bachillerato, en el que también se presentan estos trastornos del neurodesarrollo”.

Por ello la psicóloga sostiene que a los niños les ha dado “muy duro” la educación virtual, ya que requieren de una experiencia de aprendizaje más concreta, experiencial, con más acción. “Y los niños que presentan algún trastorno por déficit de atención tienen mayor necesidad a este tipo de estrategias didácticas”, concluye.

Pausas activas y meriendas, claves para una virtualidad amena

Este 2021 supone nuevamente el reto de la virtualidad para las clases de los niños, aunque algunos están en la dinámica de la alternancia. Los expertos señalan que los estudiantes, independientemente de que estén en casa, deben seguir algunas costumbres propias del colegio.

Una de ellas son las onces o la merienda; la nutricionista Caterine Verbel recomienda en ese sentido que en el hogar no se pierda esa rutina del receso en los colegios para comer algo.

“Como se está en casa se le puede brindar al niño una fruta, un jugo natural o unas galletas. Lo importante es que en esa media mañana el estudiante coma algo para que se ambiente a que está en medio de un proceso académico”.

La merienda, según Verbel, es un combustible de energía que le permite a los estudiantes pasar la mañana hasta la hora del almuerzo, o la tarde hasta esperar la cena. Cabe recordar que estas onces no van a reemplazar a ninguna de las comidas principales.

Hay que tener en cuenta de que en el receso que se dé entre las clases se debe merendar, ya que este es un espacio especialmente articulado para comer.

La psicóloga Sofi Lorenzo explica que dentro de este contexto de clases virtuales también se deben tener en cuenta los llamados “recesos cerebrales”.

“Es importante que podamos incluir actividades variadas. Así el cerebro de los alumnos presta atención porque hay novedad y cosas interesantes”, explica.

La experta indica que cuando el niño se aburre deja de aprender, pero cuando se realizan estas pausas activas el cerebro se acondiciona mejor y cuando se concentra hace más fácil el aprendizaje de los nuevos conocimientos.

“El cerebro se oxigena y libera dopamina, esta reacción natural hace que el niño se sienta bien y lo motiva para aprender más”, dice.

El llamado entonces es también para los profesores a que implementen dentro de sus clases las pausas cerebrales, de esta manera, según Lorenzo, se pueden hacer las sesiones más amenas.

“Los recreos cerebrales recargan de energía y crean un ambiente ameno, además le dan tiempo al hipocampo para asimilar la información recibida”, añade.

Entre los recreos cerebrales se pueden aplicar adivinanzas, búsquedas de tesoros, juegos de concentración, cantar canciones, entre otros. Tras cerca de un año manejando la virtualidad en las clases los profesores tienen un poco más de material para entender cómo desarrollar sesiones diferentes con sus estudiantes para que estos no se aburran y puedan asimilar mejor los conocimientos.

Las pausas activas, por ejemplo, son fundamentales para llevar un estudio sano. Cabe recordar que debido a la prolongada exposición visual a los computadores y teléfonos inteligentes que tienen los niños por las jornadas de clase, se puede desarrollar cansancio en la vista y pérdida progresiva de la agudeza visual. “El sobre esfuerzo que realizan los ojos puede influir en el desarrollo de patologías como las falsas miopías”, explica Lorenzo.

Una de las recomendaciones dadas por la experta es que los niños tengan también un descanso visual de por lo menos cada 15 minutos por cada 90 de pantalla.

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