¿Dónde está Pegasus?

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“Por su riesgo para la estabilidad del Estado, la sociedad y la democracia, hay dificultades que no se pueden resolver con insolidaridad e indiferencia, tratando de desviar la atención, afirmando que son cuentos o mitología de algunos locos o alucinantes ciudadanos (y dirigentes) que se han atrevido a abrir el debate, buscando respuestas a tan escabrosas problemáticas.”

Por: Héctor Jaime Guerra León*

Otro escándalo sacude al pueblo de Colombia, esta vez con tintes no tan legendarios, como en aquellas remotas épocas de la prehistoria Griega, en las que se tenía en escena el nombre de aquella excelsa figura de su mitología, Pegasus (Pegaso, en español), representado en aquel simbólico caballo que los Dioses del Olimpo dieron a Belerofonte, cuya formidable facultad de volar a la velocidad del trueno, hizo que su jinete y el mismo Perseo (mitad hombre y mitad dios), pudieran cumplir la mayor parte de sus increíbles y libertarias hazañas y las extraordinarias conquistas que hicieron, ganando batallas, destruyendo demonios y temibles bestias y eliminado a los más tenebrosos enemigos que en aquéllas fabulosas leyendas surgían del “Inframundo” –aquí en la vida real nosotros decimos, “bajo mundo”- amenazando no solo su vida y nación, sino también a toda la humanidad.

Dícese que Pegaso fue tan magnífico y especial que podía hacer surgir agua en el terreno árido, con solo pisarlo, siendo fuente de inspiración poética, creatividad, valentía, belleza y majestuosidad. Muchos héroes e invencibles guerreros de su época, soñaron con la esperanza de poderlo cabalgar, pues se creía que solo por su conducto sería posible cumplir la sublime aspiración humana de hacer contacto con los Dioses y poder visitar el cielo o, lo que en dicha mitología llamaban El Olimpo, el lugar donde vivían Zeus y las demás divinidades. Dicen que después de haber cumplido con muchas de las misiones, encomiendas y hasta los caprichos de los dioses y de vivir en el cielo, al lado de su dueño (el dios Zeus), Phgasoz, al morir, fue dejado en lo más alto del universo, representando una constelación, como mítico símbolo de su nobleza y magnanimidad. Cuentan que desde entonces, Pegasus vive allí, desde donde sigue por toda la eternidad cuidando y protegiendo a toda la humanidad.

Pero, paradójicamente, aunque coincidencialmente tengan el mismo nombre y provengan casi que de un mismo lugar, pues con el mar Mediterráneo tienen costa Grecia e Israel, el Pegasus -que se dice- está en Colombia, no es el mismo de la aludida mitología, éste según los expertos, no es una leyenda, es una cruda realidad, constituyéndose posible e infortunadamente en una de las más duras afrentas que se hayan podido registrar sobre la institucionalidad democrática del país en los últimos tiempos; no obstante -de manera incomprensible- algunos importantes sectores de opinión y, especialmente, algunos medios tradicionales de comunicación, quieran ignorarlo, ocultando con superficialidades noticiosas sus dañinos y delincuenciales alcances en la vida social y política del Estado colombiano y, concretamente, buscando desconocer u ocultar los extraños y oscuros procesos que –al parecer- se han llevado acabo para su confusa adquisición y forma de pago, asuntos sobre los cuales está todo por saberse y en la más misteriosa incógnita, al igual que cuáles pudieron ser –en su momento- los reales propósitos que han originado dichas actuaciones por parte de las autoridades colombianas o de algunos particulares que, presuntamente, pudieran estar relacionados con esas sospechosas operaciones.

La Universidad Isabel 1ª, en España, país donde -al parecer- también ha sido utilizada (tampoco de la forma más noble y correcta) esta poderosa herramienta de inteligencia artificial (IA), ha descubierto y documentado que este “Es un software espía. El espionaje de Pegasus se activa enviando un mensaje o haciendo una llamada al teléfono que le interesa investigar. Una de sus características más destacadas es su condición de ser indetectable y es que no hace falta que la persona del teléfono objetivo conteste a la llamada o abra el mensaje recibido para tener acceso al dispositivo.

La universidad también concluye en su estudio quePegasus es un spyware que, una vez instalado en el teléfono, es capaz de activar el micrófono y la cámara del terminal desde un panel de control remoto. Además, hace las veces de geolocalizador lo que le permite conocer con exactitud dónde se encuentra el propietario.”

Este prestigioso Centro de Estudios, a través de su facultad de Ciencias de la Tecnología, ha informado que este sofisticado método para espiar –aquí decimos, “chuzar”- hace muy fácil dicha operación, entrando y desapareciendo sin ser detectado al whatsapp de las personas o instituciones, sin dejar rastro alguno. (Ver https://www.ui1.es/blog-ui1/pegasus-que-es-y-como-funciona-este-software-espia).

Así las cosas, y ante los serios indicios de que este tipo de Pegasus, no el caballo alado de la fascinante historia griega, sino el espía producido en Israel, ha llegado a Colombia y, al parecer, de manera fraudulenta, se encuentre guardado, o quizá operando, en una especie de Inframundo criollo, ya no -como era en Grecia- para promover el bien, defender la humanidad y combatir el mal o para atacar la criminalidad, el terrorismo y la corrupción, para mantener la unidad y la prosperidad de la nación, como debiera ser su uso correcto, según sus creadores; Pues, según el informe de la Universidad antes citada, se encuentra que esta herramienta “Es un sofisticado software de espionaje y vigilancia creado por la compañía privada de seguridad israelí NSO Group, que Está diseñado con la excusa de combatir el terrorismo y la delincuencia.

Por ello es necesario que en nuestro país se respondan algunas obligadas inquietudes que deben clarificar tan espinoso y delicado asunto:

¿Quienes compraron y para que se adquirió dicho instrumento de espionaje?; ¿Para espiar qué o a quiénes?; ¿Cuánto valió realmente dicha herramienta y por qué nadie quiere hacerse cargo de dicha compra?; ¿De dónde salió el presupuesto para dicha adquisición?; ¿lo compró el Estado o los particulares? o, ¿Fue una alianza público privada?

En todo caso hay otra inquietud que está generando un mayor desconcierto y debiera ser motivo de gran preocupación, ante todo este extraño y profuso dilema: ¿Dónde está y qué hace actualmente Pegasus?

*Abogado. Especialista en Planeación de la Participación Comunitaria; en Derecho Constitucional y Normatividad Penal. Magister en Gobierno.

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