En política los hombres sin principios abundan. Aquellos que no cuentan con principios ni de izquierda, ni de derecha, ni de centro, ni mucho menos éticos. Descubrirlos está en nuestras manos.
La experiencia, bien sea la que vivimos en nuestra carne y que llamamos “personal”, bien sea la que vivimos en el otro y llamamos “colectiva”, juega un papel de suma importancia en la construcción de nuestra personalidad. Nuestras relaciones, familiares, laborales, académicas y afectivas, imprimen en nosotros todo tipo de detalles. Desde el más pequeño ademán cuando alguien menciona una comida que no nos gusta, hasta una visión construida sobre lo que creemos puede ser la mejor configuración del Estado. El otro, en nuestra vida, es profundamente importante.
Quizá es en el mundo político donde este tipo de reflexiones suelen ser más explicativas. Finalmente es allí donde las relaciones, construidas por ejemplo bajo la figura de corrientes ideológicas y partidos políticos, tienen la intención declarada de construir visiones políticas sobre los más diversos temas. Por ello es que el relacionamiento de un político con otros políticos nos puede decir tantas cosas sobre los atributos y principios que este puede llegar a tener.
En efecto, cuando vemos a un político, usualmente lo hacemos en su contexto. De dónde viene, con quién ha estado, con quién está. Nuestra experiencia en nuestras relaciones nos dice, naturalmente, que las cercanías y distancias entre las personas dicen muchísimo sobre ellas.
Sin embargo, a veces el político, siendo consciente de esto que estamos hablando, prefiere esconder estos atributos que le ha cargado la experiencia. Se intentan mostrar como nuevos, como recién salidos del horno, como independientes. Allí tenemos que tener más cuidado. Cuando los atributos se esconden, a lo mejor ello es síntoma de otro ocultamiento: la carencia de principios. Y es que claro, un hombre sin principios es aquel que, por lo menos en política, no tiene escrúpulo en esconder sus oscuros atributos y tomar las más desconcertantes decisiones, saltando de un lado a otro de acuerdo a las conveniencias . Al tener el poder como fin, los medios le parecen veniales.
En política los hombres sin principios abundan. Aquellos que no cuentan con principios ni de izquierda, ni de derecha, ni de centro, ni mucho menos éticos. Descubrirlos está en nuestras manos.