El recibo de un ostentoso reloj en manos de la DEA es lo que parece marcar el fin de la líder de izquierda Piedad Córdoba. Un péndulo que marca las horas y los minutos que le quedan a esa polémica líder para posiblemente enfrentar a la justicia americana. Una joya de oro y piedras preciosas que es un símbolo de cómo los recursos de los más desfavorecidos del pueblo venezolano terminaron, a nombre de la revolución chavista, gastándose en las boutiques más exclusivas de París por las personas más indolentes.
Esta es una historia de lujo. Una columna en donde los elementos más inverosímiles son reales. En específico, es un relato de lo que significa no tener misericordia, mucho menos piedad, aunque ese sea su nombre de pila.
Para empezar a narrarla, nada mejor que la investigación que el periodista Gerardo Reyes trae en su libro Alex Saab. Les recomiendo que lo lean, ya que en esta coyuntura política trae muchos elementos para entender cómo se hicieron ricos dos exponentes de las esquinas políticas en Colombia.
En una esquina, la de la extrema derecha, Abelardo de la Espriella, que hizo una millonada defendiendo al testaferro de Nicolás Maduro. En la otra esquina, la de la extrema izquierda, Piedad Córdoba, que hizo una fortuna a punta de comisiones, siendo la madrina y protectora de Saab con el régimen que saqueó los recursos del pueblo venezolano.
Piedad nunca ha sido frentera y transparente sobre su profunda relación con Saab. Todo ha salido a cuentagotas. Digamos que a la fuerza gracias al periodismo y la investigación. En diferentes entrevistas, la candidata al Senado empieza negando sus vínculos con el testaferro de Maduro. Después termina contradiciéndose y enfrentada a los hechos, la evidencia y la verdad.
En la entrevista con Gerardo Reyes para su libro, empezó escondiendo que tuviera una familiaridad con Saab. Después le admitió que “escasamente lo conocía”. Cuando se dio cuenta de toda la evidencia que tenía el periodista investigativo de Univisión, la memoria de la exsenadora se fue mejorando. El rigor investigativo, siempre es una milagrosa cura contra la amnesia selectiva.
Para ese libro tuvo que confesar que ella era la persona que intercedía por Alex Saab y su socio Álvaro Pulido ante las entidades venezolanas, como Cadivi, para que les pagaran sus cuentas. Fuera de eso, admitió que era tan cercana, que dormía en su mansión en París. Además, reconoció que se volvió amiga de la esposa de Saab, quien la llevaba de compras. E, incluso, que en algunas ocasiones Piedad utilizó las tarjetas de crédito del testaferro para sus compras personales.
Centrémonos ahí.
En uno de los lujosos viajes que Saab pagó para Piedad, en los que incluso a veces viajaba en sus aviones privados, fue a París entre agosto y septiembre de 2012. La exsenadora fue invitada a la capital francesa por Carlos Lozano al Fête de l’Humanité. En castellano, ese es el Festival de la Humanidad que es una gran cumbre de líderes de izquierda, en la que se discuten las ideas y plataformas para trabajar contra la desigualdad, para fomentar la lucha de clases y mirar cómo se puede detener el capitalismo voraz.
Pues nada mejor que ese entorno anticonsumista para ser la mejor anticomunista. Todo empezó en un sofisticado coctel en la mansión de Saab en el bulevar Saint Germain, con champaña, caviar, foie gras y las délicatesse de la cocina francesa para alimentar las mentes más revolucionarias de la izquierda. Piedad le pidió a la esposa en ese entonces de Alex Saab, Cynthia Certain Ospina, que organizara un evento para atender a sus camaradas. Todo pagado con los recursos robados por la izquierda al pueblo de Venezuela.
La tragicomedia se cuenta sola.
Al día siguiente, para bajar el sabor de las trufas blancas y el sutil dolor de cabeza que deja una noche de buen vino tinto, Piedad dedicó su día a algunas compritas en las boutiques de lujo de Les Champs-Élysées. Prendas, carteras y joyas que Piedad le había visto puestas a Cynthia la noche anterior. Piedad tenía una debilidad por el gusto, sofisticado y costoso de la esposa de Saab. Se antojaba de todo lo que ella se ponía.
Cuentan las fuentes que la exsenadora en esa oportunidad se antojó de un lujoso reloj que la primera esposa del testaferro de Maduro se había comprado en Cartier. Le pidió que se lo mostrara. Incluso se lo probó y no demoró en afirmar que quería comprarse el mismo. Cosa que no era extraña ya que Piedad, como dije, gastaba despiadadamente parte de las comisiones que recibía de Saab por sus oficios con el régimen venezolano, en imitar el europeo estilo de Cynthia.
Esta joyita no fue la excepción.
Con un pequeño problema. En las grandes joyerías de relojes de súper lujo, las piezas más exclusivas y costosas son reservadas para quienes tienen un historial con la marca. Se necesita mostrar que uno ha comprado cierto número de relojes o joyas, para poder acceder al nivel más selecto de esas tiendas. No cualquiera puede llegar y comprar el reloj más caro de una marca como Audemars Piguet, Rolex, Cartier, Richard Mille. No, se necesita demostrar que uno ha comprado varios y que se es digno de llevar lo más exclusivo de la marca.
Problemas de ricos, que llaman.
Este era el caso de ese reloj de Piedad. Por sus quilates, diseño y piedras preciosas, la joya de Cartier de la que se antojó la exsenadora de izquierda no era una pieza para la venta al público en general. No se podía llegar, pedir el reloj, pagar e irse. Para comprar el reloj Piedad necesitó usar la cuenta de Alex Saab quien, evidentemente, como buen defensor del régimen venezolano, era un hombre del mejor nivel de ostentación y, por consiguiente, acceso en las marcas de súper lujo en París.
De acuerdo con fuentes de agencias americanas, esa es la razón por la cual Piedad utilizó la tarjeta American Express Black terminada en 1046 a nombre de Alex Saab para hacer la compra de su reloj Cartier. Porque necesitaba el historial de Saab con la marca y el acceso a ese estrato de exclusividad, que le permitía comprarlo. Acá también es importante aclarar que las tarjetas negras de American Express solo se dan a personas que tienen un nivel de gasto muy superior, y que demuestran respaldo de millones de dólares para sus gastos mensuales.
Piedad se dio gusto pagando con la Amex negra de Saab. Literalmente, no veía la hora de hacerse al reloj.
Después de eso, siguió su rumbo al festival Fête de l’Humanité, para discutir las ideas de la izquierda con sus camaradas y colegas. Ni más faltaba, los defensores del proletariado merecen lo mejor.
Ante estos hechos, la exsenadora ha contado que el Cartier era un reloj cualquiera, que ella le pagó de vuelta a Saab y que solo estaba usando su tarjeta prestada. “Yo no soy tan conchuda”, le dijo a Reyes cuando este le preguntó por esa compra.
Pero no fue la única vez que Piedad utilizó el acceso de Saab, o de su esposa Cynthia, con exclusivas tiendas. Como contó una fuente al libro de Reyes, en otro viaje a París, en el que Piedad se quedó en un lujoso hotel, Cynthia la llevó de shopping o compras a la boutique de Louis Vuitton y ella se gastó 10,000 euros de tajo, más de 40 millones de pesos, en un par de carteras.
Alex Saab le decía a su esposa que le diera gusto en todo. Y Piedad como le gustaba todo lo que le veía a Cynthia puesto, se dio gusto en todo a costas de Saab. O del pueblo venezolano, dependiendo de dónde se vea.
Pero esto no pasó solamente en París. La fijación de Piedad por las carteras de marca y joyas es internacional. Una de las personas cercanas a Córdoba cuenta que eran muy comunes los paseos de la senadora por el centro comercial Sambil de Caracas, con bolsas y bolsas de lujosas tiendas. Cuentan que era tan buena compradora, que le cerraban las boutiques para que la senadora pudiera comprar tranquila sin que los otros clientes la molestaran o distrajeran. ¡Una líder de izquierda de verdad!
Incluso cuenta Reyes que Alex Saab le regaló un carro a Camilo Andrés Castro Córdoba, el hijo de Piedad, para que pudiera moverse por Venezuela. Un flamante BMW, ya que Saab le tenía mucho aprecio al hijo de Piedad. Incluso lo llevaba a reuniones en sus aviones privados.
Tiquetes de vuelo de Piedad Córdoba, Camilo Castro y Alex Saab.
Todo esto es acorde a lo que Andrés Vásquez, exasesor de comunicaciones de la exsenadora, le contó a la justicia, al convertirse en testigo clave en el caso que involucra a Saab con la excongresista. Vásquez les confirmó a las autoridades colombianas detalles de la relación, como que a Piedad le iban a pagar el 10 por ciento de comisión de todos los negocios de Saab.
Cuenta Vásquez que era claro que varios de esos negocios de Saab correspondían a importaciones ficticias, uso ilegal de divisas o saqueo de las arcas de Venezuela. “Incluso, en el correo en que yo le informo eso a Piedad le digo que aquí hay un problema, un problema porque estamos sacando el dinero de alguien que está teniendo en realidad una importación ficticia o algo y es cuando Piedad me dice: hermano, usted es muy flojo, dele todo eso a Camilo (el hijo de Piedad)”.
De esas comisiones es que Piedad se llenó de lujos para ella y su familia. Suntuosidades como ese reloj despiadado que hoy en día le marca un cronómetro regresivo para posiblemente terminar en manos de la justicia americana. Pese a esto, el candidato presidencial Gustavo Petro y la izquierda colombiana no tienen problemas en seguir presentando y defendiendo a Piedad Córdoba como una gran dirigente, que representa su visión y liderazgo. Quién sabe, a lo mejor sí representa su visión de país, en donde el lujo y el acceso es para unos pocos a costa de los recursos del pueblo.