El son NO se fue de Cuba

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Como al fin se decidió que los infectados por el virus fueran atendidos por personal local, y ante la falta de médicos intensivistas llamaron voluntarios (obviamente que pagándoles, decidí mandar mi hoja de vida.

Cuando los que estaban contratando vieron todas mis habilidades no dudaron en saber que no sabían qué hacer conmigo. Si estaba sobre dimensionado para el puesto o si era un farsante, pero ahí estaban, en la hoja de vida, todos mis conocimientos. Así que me llamaron para que trabajara en la Unidad de Cuidados Intensivos del hospital.

No hicieron falta mis conocimientos de inglés ni de mandarín. Era que yo sabía hacer muchas cosas. Así que me dotaron de tapabocas, traje anti fluido, gafas para protegerme los ojos, zapatos de tela y delantales. Además de un frasco de amonio cuaternario y uno de alcohol. Todo listo para trabajar, ya que se decidió que no íbamos a permitir que el castro chavismo entrara por los hospitales y mucho menos cuando ya Gustavo Petro había dicho que eso era bueno. No, menos en Medellín, cuna del prócer.

Cuando me dijeron que había que “entubar” al paciente, que me lo entregaron ahí en esa camilla, fui al depósito general para buscar ya sea tubos de media o de pulgada, pero no había tales tubos. Así que regresé rápidamente y le informé a mi director y me explicó que “entubar” no era eso. Así que me dijo que el paciente iba a entrar en COMA, Ahí sí, le dije, ya nos entendemos, solamente indíqueme dónde queda el restaurante que ahí le hacemos una buena sopita, como las de mi mamá y el paciente se recupera.

Parece que no le gustó mucho mi respuesta. Me dijo que no, que el señor tenía un PH menor de 7.1 y yo que conozco un montón de PH le dije que con eso ganaba sin problemas, que 7.1 uno era una buena nota. Ya en el punto del desespero me indicó, no, dele mejor ventilación mecánica y yo pa eso sí soy el verraco, así que traje dos ollas de la cocina y me puse a soplar al paciente “intensivamente” como dicen ellos. Pero el hombre insistía conque el paciente tenía un “choque agudo” y dije, eso si es cuestión de un buen mecánico que arregle las latas y las enderece.

Me dijo que no, que el paciente era “crítico” y yo me solidaricé con el hombre porque gracias a las críticas de ese hombre no llegaron esos cubanos a volver a Medellín otra Venezuela y aunque no pude darle las gracias porque se murió, agradecí que en Colombia sí se pueda criticar porque gracias a esa crítica conseguí trabajo.

Jorge Iván Arango Correa
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