La apertura

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El colectivismo se nos presenta, en esta reapertura, como la herramienta de más amplio alcance para lograr volver a una senda de progreso, ojalá mucho mejor que aquella que veníamos experimentando como humanidad.

Colombia inicia ahora una nueva fase en este extraño mundo que nos ha construido el covid-19. Después de meses de confinamiento, de estar encerrados en nuestras casas, algunos en muchas mejores condiciones que otros, las calles vuelven a hacer parte de la normalidad a la que estábamos acostumbrados, pero que ahora es, sin duda alguna, diferente.

Ahora nos enfrentamos a un país en condiciones sociales y económicas ampliamente distintas de aquel que dejamos fuera de nuestras puertas hace cinco meses. Un país con mayor desempleo, en declive económico y, consecuentemente, con las más altas y diversas complejidades sociales producto de una desigualdad, a lo mejor sin precedentes en las últimas décadas. Y si bien hoy contamos con enormes ventajas institucionales que permitirán acelerar el paso para volver, por lo menos económicamente, al punto en el que estábamos, la certeza del costo social que hemos experimentado, requerirá de mucho más trabajo y tiempo.

Si antes, conociendo las complejidades y retos que teníamos como sociedad, nos veíamos llamados responsablemente a sacar lo mejor de nosotros para ayudar a empujar juntos hacia un mejor destino, hoy el reto es aún mayor. No se trata exclusivamente de poner lo mejor de cada uno de nosotros, sino de poner lo mejor de todos. Esa visión atomista del individuo, encerrado en sí mismo, que observa en el otro, a lo mejor, exclusivamente objetos, no solo pierde vigencia en un mundo donde el éxito y las oportunidades se encuentran en vilo por causa del estancamiento económico, sino que es tremendamente peligrosa para atender la realidad a la que actualmente nos vemos enfrentados.

El colectivismo se nos presenta como la herramienta de más amplio alcance para lograr volver a una senda de progreso, ojalá mucho mejor que aquella que veníamos experimentando como humanidad. Es el momento de tener la idea del “Todos” verdaderamente por encima de la visión del hombre ensimismado. Bien sea solo por pragmatismo, buscando la mejor salida a esta enfermedad, y procurando que esta lectura del mundo permita posponer la posibilidad de un rebrote; o bien sea por el convencimiento pleno de que será más fácil sobreponerse a estos tiempos, si lo hacemos como una apuesta societal.

Sin importar cuán difícil sea, no nos podemos permitir olvidar lo que estamos viviendo. El covid-19 sigue siendo una realidad y, a pesar de la disminución cotidiana que se observa en muertes y contagios, el virus sigue vivo y los rebrotes, como nos muestra Europa, no son mitos.

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