En una de sus recientes columnas, el Doctor Alfonso Gómez Méndez interpretó la decepción que sentimos los liberales ante el proceso decadente que sufre el Partido Liberal colombiano bajo la dirección del expresidente César Gaviria. Menciona Alfonso Gómez, cómo en medio de una convención virtual, que para casi todos los colombianos pasó desapercibida, fue reelecto nuevamente director, a pesar de que el 40% de su bancada buscaba un nuevo “timonel” para dirigir el rumbo.
También afirma que el expresidente, quien olvidó por completo su ideario liberal, -apoyó a Iván Duque en segunda vuelta- entregó el partido y sus principios por unos cuantos puestos en el gobierno, lo que ha causado que hoy el liderazgo liberal en el Congreso se haya degradado ostensiblemente y que, a pesar de esta dramática realidad, se mantenga la misma dirección. El doctor Gómez Méndez recalca que la forma en que se otorgan los avales en la colectividad, le ha dado un status de “dictador del aval” al expresidente Gaviria, a quien la mayoría aún lo sigue apoyando a pesar de los fracasos que acumula.
Es plausible que una figura del perfil de Alfonso Gómez Méndez, con amplia trayectoria profesional como Procurador General de la Nación, Fiscal General de la Nación, Ministro de Justicia, Embajador, candidato presidencial y profesor universitario, se pronuncie sobre la sistemática incapacidad del Partido Liberal para renovarse. Él es un liberal a quien le duele la grave crisis del partido, que se desmorona en una especie de suicidio político asistido. En el partido ya no hay interés en interpretar las causas de justicia social, en asumir la vocería de los débiles, la conquista de derechos, la defensa de la democracia, la descentralización y las libertades ciudadanas. Huérfanas quedaron las bases de un partido parlamentarizado, sin democracia interna y que abandonó su bandera más importante: la conquista de la paz. Hoy el Partido Liberal decidió enarbolar el neoconservatismo.
Ahora más que nunca, Colombia requiere una interpretación desde el liberalismo, no como partido sino como principio ético fundacional, que rechace la violencia y construya una nueva manera de hacer política, que le devuelva la esperanza a nuestro país. La experiencia personal, política y profesional de Alfonso Gómez Méndez debe ser reconocida por quienes aún mantenemos la mística y la fe en lo que las ideas liberales representan para un estado social, democrático y de derecho.
El país necesita un liberalismo renovado, inspirado en el proceso fértil e histórico representado por aquella república liberal entre 1930 y 1946; y en la defensa heroica que solitariamente lideró el Nuevo Liberalismo de la institucionalidad democrática, acechada por la corrupción, el clientelismo y el proyecto político del narcotráfico.