‘La Sombra de Orión’, la historia de una Medellín de dolor y escombros

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La necesidad de contar la enfermedad de violencia que sufría Medellín hacia el año 2002 y darle voz a las víctimas de la guerra, motivaron al autor colombiano Pablo Montoya a escribir La Sombra de Orión, una novela cargada de dolor y memoria.

Esta obra, la más reciente de Montoya, cuenta cómo después de varios años malviviendo en París, Pedro Cadavid regresa a la capital de Antioquia a trabajar como profesor universitario, y se encuentra con una ciudad conmocionada, ya que acaba de ocurrir Orión, el operativo con el que las fuerzas estatales recuperaron el control de la Comuna 13, y en todos los rincones se sienten los estragos: hay muertos y desaparecidos, pero también hay celebración por el supuesto fin de la criminalidad.

El escritor habló con EL NUEVO SIGLO sobre cómo llegó esta historia a su vida, el proceso de investigación y los espejos que imprimió en Pedro Cadavid, el protagonista de la novela.

EL NUEVO SIGLO: ¿Cómo nace esta historia de La Sombra de Orión?

PABLO MONTOYA: Surge de mi malestar e indignación por la brutalidad de la Operación de Orión que hicieron en Medellín en el 2002 para expulsar a las milicias comunistas y guerrilleras de la Comuna 13. Esa operación se hizo por parte de la policía y el Ejército, pero confabulados con los paramilitares, que en efecto expulsaron las milicias, pero ejercieron una especie de terror sobre la población civil. Entonces después de este operativo vino el incremento de la desaparición forzada y el surgimiento de esa fosa común, llamada La Escombrera. Ese segundo aspecto fue lo que me llevó a escribir la novela, de tener la consciencia de que existía esa fosa común, que está situada en el noroccidente del Valle de Aburrá, en una especie de montaña, arriba de los barrios que conforman la Comuna 13. Poco a poco me fui llenando de una especie de incomodidad y la necesidad de escribir este libro.

ENS: ¿Cómo definiría a esa Medellín que vive en estas páginas?

PM: Es una Medellín vista desde la perspectiva, por un lado, de los sectores populares, de cómo son brutalizados por los grupos armados de diferentes tipos. La novela cuenta la historia de las comunas, desde que en esos espacios habían fincas donde habitaban los ricos de Medellín y esas fincas después fueron despedazadas o vendidas para que se conformaran los primeros barrios, los cuales fueron reconocidos en un principio por el Estado, pero después vinieron los barrios de invasión, que son producidos por los conflictos que habían en el campo por la violencia partidista en primer lugar y después por las guerras entre guerrilla, paramilitares y el Ejército.

Pero, por otro lado, en la novela aparece una Medellín clase media y alta que está sumida en esa especie de guerra urbana, que toma unas posiciones muy particulares. Entonces la novela cuenta la forma en que esa sociedad acepta el modelo de las élites de la ciudad y particularmente el modelo de la seguridad democrática que les propone y les impone. Todo está narrado a través de un personaje, que es Pedro Cadavid, un escritor y profesor de literatura que acaba de llegar de París y que se encuentra con esta ciudad verdaderamente turbulenta, a lo que Pedro responde con un rechazo rotundo, con repudio a esa violencia.

ENS: ¿En qué medida Pablo Montoya se ve reflejado en el protagonista, Pedro Cadavid?

PM: Pedro Cadavid es un personaje que empieza a surgir en mis libros pasados, en algunos cuentos y particularmente aparece en Los Derrotados, que es como de los personajes principales. Luego vuelve a aparecer en la escuela de música y ahora está como personaje principal de La Sombra de Orión.

Es como un alter ego mío, tiene muchas cosas mías. Trato de poner en esas novelas algunos periodos de mi existencia como que Diego Cadavid es un profesor de literatura que llega de París a instalarse en Medellín porque se consigue un puesto en la universidad, un poco lo que me pasó, y comienza a adaptarse en esa ciudad que ha dejado años atrás. Al mismo tiempo le trasmito consideraciones sobre la literatura, la política, algunas conclusiones que él hace sobre su sociedad conservadora, católica y mojigata en cierta medida, porque se muestra muy decente por encima, pero por dentro tiene un montón de cosas grumosas. Pero de todas maneras es un personaje de ficción porque en la literatura el escritor prefiere hablar de verdades ficcionales.

ENS: Para esta novela tuvo que hacer un trabajo de campo extenso, ¿cómo fue esta experiencia con la comunidad?

PM: Fue muy intensa, conmovedora, difícil y llena de dolor. Empecé primero a sentirme indignado con la situación y necesitaba la idea de escribir algo sobre la Operación Orión, pero no tenía muy claro cómo articular todo eso, por eso empecé a leer mucho sobre este asunto, de Medellín en particular y su violencia. Luego ya me introduzco en la comuna, hablo con personas que fueron agredidas por esta operación, por familiares desaparecidos. Fui haciendo entrevistas a grupos y colectivos, por ejemplo, con las mujeres de Caminando por la Verdad, un grupo de madres, hermanas, sobrinas, primas de desaparecidos que hicieron este movimiento, ayudadas por la madre Rosa, que es de la Congregación de la Madre Laura. Y es a partir de ellas que se comienza a hacer público el hecho de una fosa común llamada La Escombrera, de lo cual también sabemos por las canciones de hip hop, de la misma comuna 13, allí empiezan a surgir voces que denuncian la desaparición forzada y eso paulatinamente empieza a llegar a ciertas ONG y otros círculos de derechos humanos, a la Alcaldía, hoy la JEP que está pendiente de esos testimonios para revelar lo que en realidad pasó allí.

Y es en La Escombrera, el capítulo más dramático quizá del libro, en el que muestro de la mano de Cadavid cómo fueron esas conversaciones, cómo se entera de quiénes son las personas que están debajo de esas escombreras.

ENS: En la novela se refiere a la enfermedad de la violencia, ¿en qué consiste esto?

PM: En la realidad es una enfermedad que ataca a los niños, quienes con la violencia padecen de problemas del corazón. Los niños que han visto que asesinan a sus familiares sufren problemas de adultos, es decir, tienen una patología verdaderamente impresionante. Así como también los mayores, los jóvenes y los adultos que son personas golpeadas por la violencia y que comienzan a tener muchos problemas mentales y físicos. Y eso más o menos es lo que sucede con Pedro, quien empieza a ser visitado por insomnios, dolores de cabeza, falta de apetito, angustia, pesadillas y se siente completamente enfermo por toda esa violencia.

Las enfermedades son así, paranoia, esquizofrenia y creo en realidad que nuestra sociedad está enferma de violencia y se ve por todos lados, en lo que se lee frente a la guerra. Hay una dinámica cultural, social y económica completamente agrietada, invadida por lo que nos ha producido la violencia.

ENS: ¿Qué significa La Sombra de Orión para este punto de su trayectoria?

PM: La violencia es un tema que he frecuentado en temas anteriores, entonces uno como escritor va armando su universo y me parece que La sombra de Orión es un cierre adecuado para concluir ese ciclo dedicado a la violencia de Medellín. Por el cansancio que me suscitó la escritura de esta novela, quedé tan extenuado como Pedro Cadavid porque también se enferma de violencia, pero finalmente se sana y creo que con esa curación que él tiene al final del libro, se puede cerrar este ciclo que he construido a Medellín. Pero no sé si más adelante vuelva a escribir. Uno dice que no quisiera volver a escribir sobre ese asunto, pero es posible que más adelante surja algún tema o algún otro libro que parta de esta situación.

Por: Redacción Cultura Bogotá – El Siglo

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