Por: Orlando Arenas Tamayo
Gustavo Petro es un hombre que tiene sueños totalitarios y todos los pasos que da conducen hacia un gobierno hegemónico que menosprecia la opinión pues, para acceder al poder, se rodeó de reconocidos representantes del clientelismo, la corrupción y la politiquería, todo un plan metódicamente trazado y ejecutado gracias a su estrategia política de desprestigiar a los partidos, dividir y confundir a la sociedad hasta el punto de llevarla a una encrucijada electoral de solo dos opciones a saber, su nombre y un ridículo personajillo inescrupuloso, astuto y avieso, un calanchín del señor Petro, cumpliendo instrucciones para que el ex guerrillero fuera el presidente y toda la sociedad cayó en la trampa. Después de Petro, a nuestro pueblo le tocará demostrar que “Colombia es tierra estéril para las dictaduras” como lo afirmara si mal no recuerdo, don Marco Fidel Suárez.
Para ejecutar su plan, Petro requerirá de cuantiosos recursos para repartir mermelada a los insaciables congresistas y lograr que le aprueben su Reforma Tributaria, con la cual obtendrá más de 22 billones para comprar a todo el que se pliegue a sus propósitos, especialmente los llamados Grupos Delincuenciales Organizados (GDO), los narcotraficantes, las disidencias de todos los grupos armados, que serán “reclutados” por el Estado para que respalden las medidas gubernamentales a cambio de protección para sus actividades ilícitas, ante un ejército desmoralizado y una policía inerme que no tendrán otra salida que ponerse al servicio del régimen a cambio de porciones importantes de dicha actividad delictiva. Todos a una, han salido a respaldar estas propuestas que los pone a salvo de las autoridades y los convierte a su vez en miembros activos de la gigante actividad de un Narco-Estado. Por eso aparecen Iván Márquez, Salvatore Mancuso, Rodrigo Granda y muchos otros, los condenados por corrupción, los bandidos de la llamada Primera Linea, lo más sucio de nuestra sociedad que ahora son petristas porque saben que la feria se aproxima y no quieren perderse el carnaval y aplauden al que ha trazado todo esto quien se ríe tras bambalinas viendo como caen a sus pies para erigirlo en el nuevo dios de Colombia. El solo hecho de que un dirigente goce de las simpatías de todos los delincuentes deja muy mal parado a quien tiene la representación de nuestra nación.
La aprobación de la Reforma Tributaria ha sido la obsesión del presidente, pese a que congresistas serios y estudiosos como Juan Felipe Lemos, le han demostrado al gobierno que no la requiere y que el desempeño fiscal ha sido tan exitoso que el gobierno tiene como financiar las propuestas de su programa durante el cuatrienio.
Solo una sociedad confundida no logra analizar por qué Petro se opuso con fiereza a la reforma tributaria de Duque y lo primero que hace al acceder al poder, es presentar y defender con la misma enjundia un proyecto similar que antes consideró funesto para la economía colombiana.
La estrategia también se enfoca en los grandes medios de comunicación, infiltrados desde las casas matrices del exterior porque ya nuestros medios radiales hacen parte del engranaje y muy pronto serán sus víctimas, a tono con el catecismo comunista del marxismo que repetirá los pasos dados por la dictadura venezolana, la cubana y nicaragüense: cierre de las empresas y medios de comunicación, el Estado convertido en el mayor empleador para reclutar al servicio del régimen a quienes serán los autores de todos los desmanes, tropelías y delitos que se cometan en el propósito de hacerse con el poder absoluto, debilitando ejército y policía, desmoralizándolos y pactando con la delincuencia la llamada “Paz Total”, reclutando así para sus intereses, a todos los delincuentes de todas las pelambres, los grandes traficantes de droga, a los extraditados, paramilitares, guerrilleros y disidentes que protegen estos cultivos, legalizando de paso los otrora llamados “cultivos ilícitos”, para llenar sus arcas y las de estos grupos que serán los “guardianes” de una revolución que lo reelegirá, indefinidamente como ya se sabe por la experiencia internacional.
Para redondear la jornada, ahora necesita esta reforma, no para invertir en el desarrollo del país, sino para acentuar el “Asistencialismo”, esencia de su campaña que le hizo exclamar a Francia Márquez que era un gobierno para “vivir sabroso”, pero no aclaró que se trataba de su caso personal. Con esta herramienta doblegarán la resistencia de un pueblo, al que solo le dan pan y circo y le venden la ilusión de esta propuesta, que conduce con certidumbre a la pereza colectiva, al desdén por el trabajo, al empobrecimiento colectivo, al desangre de la economía, al racionamiento de la canasta familiar porque no hay quien produzca y la bancarrota como epílogo de la inflación y el desplome del sistema económico.
Esos parlamentarios que hoy se pliegan a los designios de Petro para aprobar su Reforma Tributaria siniestra e inútil, según lo afirma el senador Juan Felipe Lemos quien le ha dicho al país y al gobierno que el Estado dispone de amplios recursos para desarrollar el programa votado. Esos parlamentarios y esos partidos serán las mayores víctimas cuando Petro ya no los necesite y los expulse o encarcele para reemplazarlos por congresistas incondicionales del régimen, tan corruptos como los anteriores, pero eso sí, de la cuerda del mandamás de turno. Así fue en Venezuela.
Los Estados Unidos, con torpeza casi proverbial para sus relaciones con el continente, verán sorprendidos como Petro alineará todos los bloques regionales existentes contra la gran nación del norte y pondrá a Rusia y a China como los nuevos ejes de las relaciones internacionales desplazando a Norteamérica de su influencia en la zona, mientras la bobaliconería de Biden, les será cobrada a los demócratas por haber dejado perder a los socios de la América Latina infestada ya de gobiernos ominosos, enemigos y funestos que no respetan el derecho ni las libertades.
Aprobarle a Petro la tributaria es asfaltar el camino para el totalitarismo en Colombia y lo único que podremos celebrar es ver como estos legisladores embriagados de mermelada petrista, cuando el dictador tenga el poder en sus manos, recibirán una enorme “patada en el Ceulo” cuando tenga la sartén por el mango. Escribí Ceulo, y no es error, para no herir susceptibilidades.