Por: Luis Antonio Gómez Peñalver
Hace unos 28 años atras, cuando apenas cursaba segundo grado de primaria en la escuela Anexa a la Normal de Uribia, dirigida por la distinguida maestra: Amelia Castilla De Fuentes, con aproximadamente unos 7 años de edad. Ya empezaba a entender a profundidad las necesidades sociales de mi pueblo. Recuerdo cuando salíamos al espacio de tiempo entre clases al que todos le llamábamos “recreo”, aprovechabamos entre varios amigos para jugar el deporte que más nos gustaba, el fútbol.
Desde las primeras horas de la mañana, el fuerte sol característico de las condiciones ambientales de siempre en Uribia; hacía que el calor nos acechara. Sedientos, hacíamos fila para tomar agua salobre en una pluma cercana a la cancha a donde siempre nos concentrabamos a jugar. Esa era la única opción con la que contábamos los que a veces no teníamos dinero para comprar agua potable de bolsa en la cafetería del colegio.
El agua salobre era en ese entonces la que llegaba exclusivamente a los barrios céntricos del casco urbano de Uribia. La cual se utilizaba para la mayoría de las actividades de los hogares, como: bañarse, utilidades de cocina, regar plantas, asear las casas, etc.
Pero a mediados de la década del dos mil, sucedió un evento histórico. La llegada del agua dulce a los hogares de los barrios céntricos del municipio en la zona urbana. Fue sin lugar a dudas un avance significativo para el tan necesario y paulatino desarrollo social de Uribia en aquellos años. Pero muy a pesar de haber logrado dar ese salto la diferencia aún persiste afianzando una brecha social de enormes proporciones en una zona, en la que debería ser más fácil el acceso al agua potable a diferencia de la zona rural y sus diversas connotaciones y vicisitudes.
Hoy, 27 años después de haber cursado segundo de primaria; el agua salobre aún sigue llegando a todos los hogares de los barrios periféricos del casco urbano del municipio.
De tal forma y en consecuencia con lo que hemos venido planteando, existen dos cosas en las que debemos centrar nuestro análisis: la primera es entender que en el casco urbano de momento existen “dos Uribias”, la Uribia del pasado y del presente.
La primera, es una Uribia que sigue anclada en el pasado en la que continúa llegando el agua salobre a los barrios periféricos. La otra es la Uribia del presente en la que apesar de estar constituida por barrios centricos y tener un acceso muy limitado al agua potable por tuberías muchos de sus habitantes se ven obligados a comprar el líquido a un precio excesivo por medio de carro tanques (300 mil pesos aproximadamente).
La propuesta social en la que se debe centrar cualquier voluntad politica, gremial o cívica no es en la consecución de los votos para perpetuarse en el poder, sino el bienestar colectivo. En avanzar en lo básico y lo perentorio, en lo primordial. Creo que debemos volvernos más humanos y empezar a entender que muchas vicisitudes que en un pasado nosotros vivimos en nuestras vidas. Hoy día la viven miles de niños y niñas en los barrios más necesitados y vulnerables del casco urbano de Uribia.
Este tema hay que tomárselo en serio, porque a medida que vayan pasando los años, los problemas sociales se van robusteciendo y volviéndose más difíciles. Mientras tanto la densidad demográfica seguirá extendiéndose y exigiendo soluciones perentorias y complejas para cumplimiento inmediato.
Ni qué decir de la escasez del agua en la zona rural, ahí sí que hay mucha tela por cortar, podríamos escribir un libro.
A la enorme brecha de desigualdad social en la zona urbana de Uribia, hay que ponerle frente implementado mecanismos notorios de solución a largo plazo, que generen cambios sociales verdaderos y consecuentes con los discursos propuestos ante un pueblo. Que cada cuatro años aplica la buena fe a quienes deciden representarlos, las demás soluciones siempre serán pañitos de agua tibia que nos permitirán seguir padeciendo las mismas problemáticas sociales.
Al municipio de Uribia lo habita un pueblo extremadamente benévolo, comprensivo y paciente. Ese pueblo a lo largo de su historia política y electoral, facultad dada por la constitucion política del año de 1.991; ha elegido gobernantes con y sin experiencia en la función pública, que de alguna u otra forma han sido aportantes de procesos sociales. Con errores y aciertos, pero con políticas publicas de gobierno que en algo han definido sus intenciones o actitudes subjetivas frente a la enorme responsabilidad social encomendada por la comunidad.
El llamado que hago por este medio escrito es directamente a la comunidad, dándole las razones por la cual he recapitulado la historia del municipio de Uribia en su zona urbana para dejar entendido que quien controla el pasado, controla el futuro. También para insistir en la necesidad imperante en que la brecha de desigualdad existente entre estas dos uribias debe cerrarse, porque no tiene o debe existir una Uribia más privilegiada que otra, todos deben entrar de manera equilibrada en el mismo proceso de avance social.