Los chocolates son para San Valentín

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El Día Internacional de la Mujer es una protesta, un reclamo, una reivindicación. Hoy es el día de las denuncias y de las exigencias de Derechos. Las golosinas y las palabras acarameladas pueden esperar hasta que sean consecuentes con los hechos. Pertinentes

Un día como hoy es para condenar la desigualdad de un sistema que se demora para aplicar, en la vida real, lo que señalan los Acuerdos y documentos internacionales que hablan de respeto a los Derechos Fundamentales de la Mujer, de igualdad de acceso a las oportunidades, de igualdad salarial y de fin de la violencia machista, entre otras tareas pendientes.

Un día como hoy es para pensar en todas las madres y abuelas que no la tuvieron fácil, condenadas por el sistema imperante a los “oficios domésticos” y a la “reproducción de la especie” para comodidad de los señores.

Un día como hoy es para recordar la situación de las mujeres campesinas, de las mujeres negras, de las mujeres pobres, todas doblemente vulneradas.
Un día como hoy es para reclamar soluciones para las mujeres trans, victimizadas y criminalizadas; para las mujeres víctimas de la trata de personas, esclavizadas y desprovistas de Derechos ante la pasividad de la sociedad; es para condenar el abuso de tantas niñas a las que les han robado la alegría y la inocencia en sus entornos familiares y barriales.
Un día como hoy es para denunciar el desempleo de las mujeres y la precariedad laboral.

Un día como hoy es para lamentarnos por el aumento de los feminicidios protegidos por la sombra de la indolencia burocrática que rechaza emprender investigaciones y por la prevaricación de jueces que justifican a los asesinos.

¿Para qué flores y corazoncitos rojos si las mujeres no pueden salir tranquilas a la calle, si no pueden tomar solas un taxi o un bus, si no puede decidir sobre su vida y su cuerpo, si las calles oscuras o solitarias son el camino al infierno, si cuando ascienden en la vida laboral o política son víctimas de habladurías y suspicacias que tiran por la borda su dignidad y su prestigio, si muchos jefes o patrones no ven profesionales competentes sino “reinas” y “muñecas”? En fin, que hoy haya menos hipocresía y más solidaridad.

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