El presidente Duque tiene una oportunidad histórica ahora que el Congreso reinicia sus funciones. Si bien la estrategia del Gobierno ha sido de contención de la pandemia, liderada por un Ministerio de Hacienda ortodoxo incluso en tiempos de crisis, 54 parlamentarios le están haciendo una propuesta al país que debería ser adoptada e impulsada por la Casa de Nariño. Aprobar una renta básica de emergencia, además de ser una idea respaldada desde sectores académicos y de la sociedad, puede ser el inicio de una reforma que cambie la relación de los colombianos con el Estado, que revitalice el consumo y dé un necesario alivio en medio de la pandemia; además, iría en sintonía con las promesas del mandatario antes de aterrizar en la Presidencia.
La propuesta es sencilla. Los 54 senadores apoyan la aprobación de una renta básica que beneficiaría a 9,5 millones de familias durante tres meses. El costo de $44 billones es elevado, pero no es prohibitivo, más aún si se tienen en cuenta los beneficios. Las mediciones recientes han demostrado que, pese a la crisis económica y el aumento del desempleo, el consumo de los hogares ha resistido, lo que es una buena señal para los mercados. Si esto se ha logrado gracias a los ingresos solidarios y los pequeños subsidios que se han aprobado, ¿no veríamos un efecto mucho más grande si a tantos colombianos les damos un salario mínimo para resistir a estos tiempos difíciles?
Contra la renta básica hay muchos prejuicios. Se dice que hace a las personas más perezosas, pero los estudios en el mundo sobre los planes de subsidios y los pilotos sobre renta básica muestran lo contrario: la gente trabaja más. Se dice que es plata regalada, pero esa es una concepción equivocada de los recursos públicos. Los impuestos son dinero de todos los colombianos, ¿por qué no los usamos para apoyar a los ciudadanos en la crisis sin precedentes que estamos viviendo? Cuando un hogar tiene aprietos, se entiende que es momento de sacar los ahorros. Bueno, es momento de que el Estado colombiano utilice su capacidad de endeudamiento y sus ahorros para redistribuir bienestar.
“Renta básica no se puede considerar remuneración al trabajo doméstico”
Ese dinero, por cierto, no se “perdería”, pues los colombianos lo utilizarían para revitalizar nuestra economía. Todos terminamos ganando gracias a una intervención extraordinaria y necesaria por parte del Estado.
Finalmente, este gran experimento puede ser la puerta abierta para futuras reformas. El país está en deuda de repensar su sistema de subsidios y de acompañamiento a las personas más necesitadas. Presidente: su administración, con una propuesta tan ambiciosa como esta, puede cambiar el rumbo de la historia colombiana