! Qué horrible Delito ¡
“Es indescriptible, con letras o palabras, la ansiedad profunda que causa el solo hecho de saber que se tiene a un ser querido desaparecido y no poder saber lo sucedido”.
Autor: Héctor Jaime Guerra León*
Que infortunado, Colombia no sólo es uno de los países más injustos e inequitativos del mundo, sino que también (debe ser por esas mismas causas) está flagelado por unos graves males que lo carcomen y lo atacan de manera despiadada y permanente, sin que nada se haya podido hacer para evitarlo.
No obstante los grandes esfuerzos que se han realizado en materia de Paz y Seguridad, pues nadie, con todo y lo que se diga, podría afirmar, sin faltar a la verdad, que gobierno tras gobierno, obviamente unos más que otros, pero todos han aportado su granito de arena en esta lucha sin cuartel que ha afrontado el Estado en contra de la delincuencia, llámese común y/u organizada, pero sin tregua se ha estado combatiendo las distintas expresiones delincuenciales que cada día, a pesar de ello, van cobrando mayor fuerza y sofisticación, invadiendo con sus manifestaciones hasta los más impredecibles escenarios de nuestra organización social y Estatal.
Es paradójico y triste que nuestro país, que está bañado por las más exuberantes y excelsas riquezas naturales (bastaría no más pensar en su inigualable biodiversidad), y habitado, según periódicas encuestas, por la gente más feliz y multicultural del Universo, esté también, en las estadísticas, como uno de los principales actores en los índices más altos de criminalidad y violencia, no solo de nuestro continente sino también del mundo entero.
Muchas son las expresiones de criminalidad que se manifiestan con frecuencia en nuestra Nación, desde la tentativa (constituida por la mera intención de delinquir); el robo callejero; el narcotráfico, con todas sus secuelas; el tráfico de armas; la trata de blancas; el tráfico de influencias y de personas, etc., etc., hasta aquéllos que atentan contra la estabilidad de la sociedad y la soberanía del Estado mismo, por mencionar sólo algunas de sus expresiones más notorias y comunes, frente a la inagotable lista de sus formas de manifestarse.
Ya muchos de estos males no tienen como objetivo desarrollarse en los territorios locales (vecinales), sino que se han venido ampliando (de adentro hacia afuera o viceversa) a jurisdicciones más grandes, pasando de la calle al barrio, de éste a la comuna, y así sucesivamente, hasta tener ahora, algunos de ellos, amplias repercusiones, con redes de operaciones en las regiones y el país e, inclusive, en el concierto internacional, donde la práctica de ciertos fenómenos delincuenciales han venido proliferando de distintas y muy complejas maneras, haciendo mucho más difícil no sólo su detección, sino también obstaculizando en manera suma la posibilidad de establecer mecanismos que puedan contrarrestarlos de modo efectivo.
Honda preocupación generara todo ello y más aún el hecho de que en el más profundo inconsciente del colectivo social se tenga que algunos de estos males no es imposible eliminarlos, teniéndonos que conformar a la idea de que algún día una cosa tan grave no vaya a alcanzarnos o afectarnos en lo personal; pues el delito es un enemigo que impunemente anda suelto en la sociedad y tiene a muchos sometidos a la más terrible y cruel de las realidades e impunes injusticias que le puedan suceder a mortal alguno. Como dicen nuestros mayores, “el cáncer es un mal que existe, no se ha podido extirpar del ámbito de la salud. Ojalá que nunca nos toque padecerlo…”. ¡Que Terrible realidad!
Las desapariciones hoy están como el cáncer, calladamente carcomiendo a nuestra sociedad y, en particular, a muchas personas y familias que han tenido que soportar tan terrible actuar criminal.
Sin lugar a dudas que uno de esos tenebrosos delitos es el de la Desaparición forzada que cada día crece, siendo inmenso el número de víctimas y, con ello, de familias colombianas que entran a engrosar la lista de los que están a la espera,( sí, en la terrible y angustiante espera) de saber la verdad sobre lo que ha pasado con su familiar desaparecido, cual ha sido su final, qué fue lo que originó tan trágico desenlace, si se hará justicia, si se conocerán los autores, si se repararán los graves y grandes daños (especialmente los morales y espirituales) causados con tan execrable transgresión y tantos otros interrogantes que invaden el alma de quienes tienen que soportar tan aterrador y deplorable dolor de aquéllos a quienes, por la maldad que existe, se les ha arrancado a uno de sus seres queridos o al amigo, al vecino, al compañero, al líder comunal y/o social, etc., etc.
Es indescriptible, con letras o palabras, la ansiedad profunda que causa el solo hecho de saber que se tiene a un ser querido desaparecido y no poder saber lo sucedido y si algún día podremos volver a tenerlo con nosotros en el seno de la sociedad y su familia. Es terrible y muy doloroso que ello ocurra ante la mirada inerme, impotente y muchas veces insensible de propios y extraños que ante tan deprimente e injusta situación casi nada, por no decir que nada, pueden hacer para recuperar a la víctima y/o aliviar el dolor de los que por ello quedan sumidos en tan profundo dolor y sufrimiento.
Es la sociedad misma la que ha estado atormentada por tan funesto flagelo y es ella también la que -al lado de las víctimas- siente por ello inmensa desazón y pesadumbre y asume, con mayor rigor, el ineludible e inaplazable compromiso de establecer, con el liderazgo del Estado y sus instituciones, las medidas correctivas y las estrategias necesarias que habrá que poner en marcha, para seguir buscando alternativas que permitan evitar finalmente que tan triste y cruel fenómeno siga invadiendo de orfandad y terror a nuestra amada Patria.
NO MÁS DESAPARICIONES en nuestro país.! Qué horrible Crimen ¡