“VENECOS”. Esta fue la terrible tendencia que se formó en Twitter el pasado 29 de octubre con mensajes racistas y de odio hacia la población venezolana. Lo anterior, se puede explicar por las declaraciones que dio la alcaldesa Claudia López el día 28 cuando después del triste y vil asesinato de Osvaldo Muñoz en un bus de Transmilenio, dijera que: “yo no quiero estigmatizar, ni más faltaba a los venezolanos, pero hay unos inmigrantes en criminalidad que nos están haciendo la vida a cuadritos”.
Si, es verdad que en Bogotá hay un problema de seguridad muy delicado, donde asesinan a la ciudadanía por robarle un celular, una bicicleta o, incluso, una gorra, crisis que no es reciente, atribuible no solo a una población extranjera en especial. Es un problema que también ocurre en varias ciudades y que refleja las grandes inequidades, desigualdades y falta de oportunidades que existen en nuestro país.
Como lo mostró la OCDE hace más de dos años, en Colombia una persona para salir de la pobreza necesita once generaciones -330 años-, lo que sin duda alguna equivale a varias condenas a cadena perpetua. La falta de educación y de desarrollo nos tienen sumidos en el atraso, sin poder vivir en una sociedad que antes de producir riqueza, garantice bienestar.
Es por esto que los gobernantes actuales deben hacer grandes esfuerzos para que esta brecha se reduzca año tras año. Los problemas van a persistir, de tal forma que las responsabilidades se deben asumir con gallardía, sin culpar a un grupo de personas que ha tenido que huir de su país de origen para encontrar suerte en una patria que les es ajena.
Alcaldesa, reconocer errores es de valientes, no permita que la soberbia se apodere de su conducta como gobernante. Creo en su valentía, haga llamados a deportar más bien la soberbia de los gobernantes, dándonos a todos ejemplo de liderazgo. Los señalamientos xenófobos son muy peligrosos, como la historia nos lo demuestra. Es necesario que como usted lo mencionó en campaña “nuestros panas venezolanos nos necesitan”. No caiga así en la trampa de continuar estigmatizándolos.
En estos difíciles momentos la solidaridad, la hermandad, el ponerse en los “zapatos” del otro, deben ser una prioridad para nuestra ciudad y para Colombia. Nosotros también hemos sido discriminados alrededor del mundo por culpa del narcotráfico y la violencia. Seamos mejores y extendámosle la mano a quienes lo necesitan.