En Colombia no hay voto calificado (afortunadamente). Pero en la práctica, los estudiosos encuentran diferencias entre el voto urbano y el voto rural (en la ruralidad hay todavía constreñimiento, voto amarrado, temores impulsados desde el púlpito, pago de favores al finquero o al gamonal y fuerte presión de los grupos armados sobre los campesinos, cuya vida controlan por la ausencia del Estado).
Todos los votos tienen el mismo valor, pero no el mismo significado, porque aquí se vota por dinero, por miedo, por pasión, por venganza, por descarte o por el ejercicio de la razón.
En cada urna hay votos de respaldo al continuismo, votos que premian una labor, votos protesta, votos de rechazo, votos depositarios de ilusiones, votos por un certificado electoral. Amor y odio son pasiones ciegas que también van a parar a la urna electoral
La norma habla de votos válidos, votos nulos, votos en blanco. Todos tienen una razón de ser.
La gente, remolcada por los medios de comunicación, habla de voto útil.
Pero el voto útil es una falacia. El voto es -debe ser- expresión de la conciencia, fruto de una reflexión y de una comparación entre las propuestas de los candidatos y el acervo ideológico del ciudadano que toma una decisión. Decir que hay votos útiles y votos no útiles es una manipulación, una distorsión de la democracia, porque el fin de la democracia es poder elegir entre una multiplicidad de propuestas y expresar un punto de vista. Hablar de votos útiles es hablar de la democracia como un negocio, es dejarse arrastrar como rebaño, renunciar a su propio criterio, sucumbir ante la presión de las encuestas, que ya sabemos que se distorsionan para influir en la decisión de los votantes y arrastrar apoyo económico y no para reflejar un momento del proceso electoral. Promover el voto útil es una invitación al unanimismo: “¡Para dónde va Vicente? ¿Apostar por el caballo ganador? ¿Y el criterio dónde queda?
Todos los votos significan, valen por sí mismos, son válidos como la expresión de una decisión de cada ciudadano y los ciudadanos pueden -deben- pensar distinto.
Lo que pasa es que Colombia es una democracia desinformada, manipulada, presionada…